Las Memorias de Barral permiten al lector conocer las interioridades del Premio Formentor y las reflexiones personales de un hombre que quiso ser poeta, pero solo pudo ser editor. Barral no escatima detalles etílicos, críticas a otros hombres de la época (como Juan Eduardo Cirlot), ridiculiza la censura, alaba a Aleixandre, derriba a Carmen Balcells, puntualiza a Castellet, fundamenta su amistad con Einaudi y traza un retrato de lo que fue la edición en España entre las décadas de los cincuenta y los setenta. Desde la labor de Jaime Salinas hasta interioridades de algunos de los galardones, desde su relación con Yvonne y su amistad con Gil de Biedma hasta su vinculo con el mar y Calafell, Salinas no solo se desnuda ante el lector, sino que muestra los entresijos de una época en la que estaba todo por hacer.
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