La sexta trampa

No puedes jugar a ser dios sin conocer bien al diablo.

No hay nada peor que la cagalera cuando no estás en la comodidad de tu propia casa.

La belleza ha dado pie a muchas guerras, pero aún está por ponerle fin a algunas.

La belleza tiene un sabor que no se parece a ningún otro. Es el más dulce de los venenos, y lo ansiarás más incluso te arrebata la vida de las entrañas.

El CM ha evitado que lo atrapemos durante tanto tiempo porque es un puto loco con unas motivaciones que no tienen sentido para nadie más que para él.

No puedes jugar a ser Dios sin conocer bien al Diablo.

Hay huellas en la vida, que por más que friegues y limpies, nunca se borran

Dickinson es increíble. Sus versos fluyen con la facilidad del agua. Es como si, no sé, como si supiera exactamente qué palabras deben ir unidas. Como si cogieras un montón de palabras y las barajases, y ella supiese exactamente en qué orden ponerlas.

Los recuerdos son fluidos, como el agua. Pueden desaparecer por las grietas más minúsculas de la pared, gota a gota, pero nunca se desvanecen por completo se enquistan ahí de tras del moho, hasta que ya no se los puede contener, y entonces encuentran una rendija y buscan la luz

“No hagas el mal”.