Mr Gwyn

Desde las profundas aguas calmas de la prosa de Baricco emerge la elegancia cálida de Jasper Gwyn, ¿cualquier paralelismo entre los dos será mera coincidencia?

Escritor en crisis existencial, trata de salvar el vacío que le estrangula haciendo público un articulo con las 52 cosas que no volverá a realizar jamás; entre ellas, sucumbir a la presión editorial y a la fama.

Personaje y autor, escribirán retratos desde el opresivo lugar de trabajo de cada cual, donde todo está calculado para que fluya la libertad; uno descrito con todo lujo de detalles, el otro simplemente se intuye.

Y en esta desnudez de luz infantil, 62 horas de música que se repite y bombillas creadas para morir secuencialmente, se hace irremediable la necesidad de un abrazo, cuando la última luz se apaga, y reina la oscuridad.

El autor rodea al protagonista de personajes llenos de magia, con mucha fuerza interior y está, viaja desde sus páginas en un oleaje que rompe en tu cabeza llenándola de espuma, sal y placer sensorial.

El tejido de Baricco conmueve, y todavía no encuentro explicación a esta sensación que durante todo el texto me acompaña, tal vez porque los actores intentan guardar las distancias con el lector y sin embargo piden a gritos abrazos pendientes.

Maravillosamente escrita, evoca en su prosa a Seda en sus diferencias semejantes. Donde en ella reina sencillez y palabra bella, en Mr Gwyn brilla la expresión exacta, casi matemática y ambas confluyen en música serena, que acaricia y embriaga.

Me reconcilio con el autor, con este excelente retrato pintado a pluma, donde la paleta de colores es el abecedario.
Exquisito.