Reino de ladrones

Si bien es cierto que el primer libro finaliza por todo lo alto, con un giro en los acontecimientos que hace que quieras coger el segundo inmediatamente, en gran parte por saber qué ocurre con un personaje en concreto, yo preferí esperar un poco por varios motivos: en primer lugar, ya comenté que Kaz me había resultado un poco cargante en el primer libro y que me había parecido todo un acierto que la narración no recayera única y exclusivamente en su persona. La combinación de puntos de vista de los distintos personajes fue algo que me encantó del primer libro, pero aún y así, el líder de la banda no consiguió convencerme. En segundo lugar, empecé a sentirme un poco bicho raro pues esta bilogía no me estaba pareciendo tan espectacular como todo el mundo la pintaba. Si me gustó, es entretenida y me encanta tener a un personaje tan retorcido como Kaz en un lugar tan oscuro como Ketterdam, pero no deja de ser una historia juvenil y se nota que la autora ha endulzado algunas partes.

Tras los acontecimientos del primer libro, la banda de ladrones se enfrenta a una nueva misión y esta vez si tendremos la sensación constante de que sus vidas están en peligro, la certeza de que algo horrible está a punto de ocurrir por más que Kaz siempre vaya cinco pasos por delante de sus enemigos. Leigh Bardugo va tejiendo poco a poco una atmósfera de inseguridad y fatalidad inminente entorno a los personajes por lo que hacia mitad del libro tenemos la certeza de que algo realmente malo va a ocurrir pese a no tener ni idea de quién será el afectado pues opciones no nos faltan.

Pese a que en el primer libro Bardugo ya nos desgranó el pasado de todos los protagonistas, en este segundo amplía un poco más la información y, sobre todo, nos hace partícipes de como se sienten la mayoría de ellos respecto a aquello que los marcó de por vida y con ello ha logrado que yo finalmente me encariñara con todos y cada uno de ellos. Ninguno de los seis integrantes ha tenido una vida fácil pero por algún motivo los que más me han marcado han sido Inej, Kaz y Matthias, la primera porque como ya dije, es puro amor, y ellos dos porque considero que son personajes realmente complejos y que esta historia (la bilogía al completo en realidad) se les queda pequeña.

Inej es mi favorita por encima de todos los demás. Esta pequeña y silenciosa equilibrista me conquistó desde el primer libro y su historia me entristeció especialmente, quizás porque desde el principio sabemos dónde se encontraba cuando Kaz compró su contrato y podemos intuir qué le ha ocurrido desde el principio. Inej quiere ser libre por encima de todo, volver a ver a sus padres, pero a la vez hay algo que la retiene en Ketterdam, que le impide marcharse sin más. Con ella me encariñé desde el principio, me parece un personaje muy valiente y está claro que muchos de los planes de Kaz no podrían llevarse a cabo si no fuera por ella.

Por suerte, mi impresión de Kaz en este libro ha mejorado considerablemente. Si bien es cierto que en el primer libro ya pude saber qué le ocurrió en el pasado y me partió el corazón, en Reino de ladrones es el propio Kaz quien finalmente nos hará partícipes de cómo se siente respecto a ello y cómo su trauma influye en su relación con los demás, sobre todo con alguien que es muy especial para él y a quien teme perder si no logra superar sus miedos. El problema es que estos son superiores a él, no sabe qué puede hacer para dejarlos a un lado y sabe que la paciencia de la otra persona se está agotando.

Si Kaz es un personaje complejo por sus inseguridades y sus ansias de venganza, Matthias no se queda atrás, aunque en su caso es todo debido a su educación como drüskelle en Fjerda. Los fjerdanos consideran que los Grisha son demonios y esa es una idea con la que Matthias luchará a lo largo de los dos libros, porque alguien que es capaz de hacer magia no puede ser humano, tiene que ser malvado, pero Nina... Nina con su carácter despreocupado y desvergonzado, Nina con sus curvas... Nina no puede ser mala... ¿No?

En cuanto a la trama, admito que Leigh tiene buena mano para crear situaciones imposibles que luego soluciona mediante el ingenio de Kaz y me ha gustado que los personajes no siempre consigan salirse con la suya. El libro está cargado de momentos tensos aderezados con notas cómicas (la visita a la casa de Wylan es una de mis partes favoritas).

Por cierto, tengo que tragarme lo que dije en mi reseña de Seis de Cuervos de que el spoiler del que tanto me habían advertido y blablabla no era para tanto. En este segundo libro SÍ lo es, finalmente entiendo el por qué de tanta insistencia en que antes hay que leer la trilogía y os lo recomiendo encarecidamente. No solo por el spoiler, si no porque en este libro recuperamos a varios personajes de la trilogía que jugarán un papel importante en estos libros.
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