El color del silencio

El arte es como una especie de espejo en el que uno ve lo que tiene dentro, leyendo Los colores del silencio acabo de darme cuenta de que soy una hipócrita, porque siempre creí que era transgresora, y al menos si no era yo la protagonista de los cataclismos morales o de lo políticamente correcto, los defendía como una bandera, pero acabo de darme cuenta que ni en la libertad uno es enteramente libre de los convencionalismos… transgresor debería dar cuenta de quien cruza las líneas que marcan lo correcto y lo incorrecto, pero yo en mi hipocresía muevo la línea a mi conveniencia…el personaje de Helena cruza unas cuantas de esas líneas invisibles que separan lo moralmente aceptable de lo que no lo es, siempre hacia la bajeza, ya no sentí que debía defender a ultranza su conducta…siempre reconozco su derecho a actuar como le venga en ganas, pero ni así justifico sus actos, aunque no se para que me molesto en hacerlo si es evidente de que ella no lo intenta siquiera.
Yo sé que con la edad la gente cada vez acepto menos tonterías, es más directa, menos tolerante, pero Helena se pasa, a veces, aunque claro no podemos olvidar el peso de sus circunstancias.
Elia Barceló nos cuenta una historia a varios tiempos y espacios tejidos en la red del pasado y presente de la familia Guerrero-Santacruz y con gran maestría mantiene el suspense de lo que realmente pasó con los personajes.
Hay personajes como el de Helena que me causaron honda impresión, no pude menos que aborrecerlos hasta que con cada pista develada me caía mejor y aunque parezca contradictorio el personaje de Goyo me gustó mucho, el típico hombre que hace lo que tiene que hacer sin remordimientos y sin justificarse.
Se ve la evolución de los personajes, de los lugares y de la historia del país.
Algunos giros pude preverlos, otros me sorprendieron y el final es una joya, un broche de oro. Me gustó mucho.