Una crónica ficticia hecha novela, con un muy buen trato... Pudiese parecer la crónica de una felonia, o que aquello simplemente estaba deseando suceder , o una inevitable tragedia por omisión. Lo único que no acepto, es la presencia del destino o Karma, aunque asumo que otros pudiesen considerarlo así. Barba coloca al pueblo de San Cristobal en una modorra selvática que adormece los sentidos y ralentiza los sentimientos. Y al rio Ere, arrastrando y oscureciendo las conciencias. Junto a la selva que devora lo humano, literal y figuradamente, para volverlo de un salvajismo despiadado. Y devolverlo oscurecido, y marrón. Un grupo de niños, surge de la nada selvática, salvaje, de las profundidades del rio, o de la inconsciencia del pueblo, lo permea y se mimetiza con su entorno, hasta volverse invisible, para parasitarlo y dañarlo, pero sin lesionarlo, pero manteniendo sus particularidades de grupo marginal ( el lenguaje la mas notable ) . Tras esto sobreviene la tragedia, que es más por pérdida que por maldad, el pueblo sale de su modorra y la erupción crece, causa escozor e incita a liberarse, para sanar su conciencia. Narrado en primera persona, por el director de asuntos sociales, como partícipe, resolutor, y cómplice por omisión. Quien desgrana lentamente los hechos que le duelen por evitables hasta su inevitable conclusión, y todo con acompañamiento de violines. El final turbulento, arrasador y agobiante , ahoga las voces inintelegibles... Una amarga exploración de la indolencia adulta, de la ceguera de cercanía, y otra vuelta al eterno de si la maldad es inherente o se adquiere como contagio. Las comparaciones y asociaciones interminables. La maldad solo lo es si me afecta.. El mal viene de lo profundo....del ser humano...Las causas...eso es otra historia. |