Un estruendo sobre las frondas

En el mundo de la literatura existen ciertas historias que, desde el momento en que quedan publicadas, se consideran referencia en su género. Por su particular narrativa, por sus nuevos enfoques o por qué tiene ese halo especial que las diferencia del resto. O también, por qué no, porque impactan en otros autores y las elevan a los altares de lo esencial.
Y es que todo lo que escribió Blackwood sirvió como inspiración al indiscutible genio del horror Lovecraft. En esta novela nos encontramos dos de sus relatos y, tras leerlos, entiendes perfectamente los motivos por los que quedo enamorado de la manera de escribir que tiene este autor.
Quien más o quien menos habrá leído o escuchado por ahí que el Wendigo es uno de los pilares básicos en la historia de la lectura de terror. Aquí está ese relato y conforme avanzas en él entiendes el por qué. Una narración angustiosa, que en base a pequeños detalles, sonidos, aromas, leyendas, te va preparando poco a poco para llegar al punto al que el autor quiere. Y, como seas capaz de entrar en esa historia, terminas por estremecerte. Porque lo que es o no este famoso Wendigo solo lo descubres cuando te introduces en esos bosques aislados de toda civilización y confirmas la historias a las que temen los indios del lugar. A mi, personalmente, me rompió los esquemas y me tocó esa fibra de las que están compuestos los grandes resortes del miedo.
Pero es que hay otro relato en este libro. Y ahí si que me voló literalmente la cabeza. Se llama El bienamado de los árboles. Y es una historia fascinante a muchos niveles. Por un lado, una demostración grandiosa de cómo aterrar con los elementos cotidianos. Aquí un bosque está vivo, o al menos lo parece. Conseguir transmitir esa sensación no es nada sencilla y, cuando lo lees, no haces más que sentir la presencia de esas troncos observándote, dispuesto a lo que su naturaleza desconocida decida. Pero...
...esa es una lectura. Una lectura brutal y totalmente recomendable. Pero...¿ y si el relato fuera una enorme metáfora de algo más cercano y habitual?¿ Y si la amenaza que acecha a la pobre señora Bittarcy fuera una de las torturas más cotidianas y repetidas en la historia de la humanidad, una tortura ante la que ni todo su amor ni la presencia de un Dios ausente pueden enfrentarse? Créanme que la doble lectura de este relato da para mucho, sin quitarle el terror que produce el silencio y el viento.

Un estruendo sobre las frondas del escritor británico y amante de lo paranormal Algernon Blackwood, en una preciosa edición a carga de Hermida Editores, recoge dos de sus mejores relatos de terror. Aunque el paso del tiempo a desprovisto de la capacidad de causar auténtico miedo en el lector, la gran calidad de la prosa de su autor, el modo de recrear escenarios, personajes y atmósferas inquietantes consiguen mantener en vilo al lector.



El primer relato es El Wendigo, el cual bebe a su vez de una antigua leyenda de las tribus nativo americanas acerca de este personaje sobrenatural que durante siglos fue tan real para los nativos como para nosotros los duendes en la Edad Media. El wendigo es una criatura terrible y espeluznante, cuya apariencia recuerdo a una especie de demonio mitad humano mitad animal. La historia nos cuenta como una serie de hombres contratan a un par de guías para irse en una expedición de caza al corazón de los bosques canadienses, sin embargo, su escapada a la naturaleza se tornará aterradora, especialmente, para el guía Défago.


El segundo relato, titulado El bienamado de los árboles, es la curiosa historia de
un hombre que siente un gran apego por los árboles, en especial, por uno que hay en su jardín, junto a su casa. Un día decide solicitar los servicios de un curioso personaje que ha cogido fama por retratar la "esencia" y "personalidad" de los árboles para distintas personas. La mujer de nuestro protagonista se angustia mucho cuando ve la extraña amistad que se crea entre su marido y siniestro pintor, que parece ejercer una influencia poco sana sobre él y estar contagiándolo por esa idolatría hacia los árboles, ambos convencidos de que son mucho más de lo que aparentan.
Un estruendo sobre las frondas de Algernon Blackwood nos propone adentrarnos en dos estupendos relatos sobrenaturales y de misterio, que consiguieron ponerme la piel de gallina y cuya narrativa atrapa de un modo imposible de resistir. Altamente recomendable para estas fechas de octubre. ¡Mil gracias a Hermida Editores por esta joya!

Nada más leer ambas historias, pensaba que la de El Wendigo había sido la que más me había gustado. Sin embargo, con el paso de los días, me he dado cuenta que la maldad velada en el bosque de El bienamado de los árboles ha calado más hondo. Esa amenaza latente en la naturaleza que no podemos ver pero que sentimos, que nos roza la piel como una telaraña. Está ahí, nos rodea y la sentimos como un escalofrío, como una caricia fría y maléfica. Y nos atrae, nos llama, nos seduce.

Se trata en ambos casos de un miedo sutil, indirecto, más psicológico que físico que apela a los sentidos: los ruidos, los olores, los matices en la luz, los susurros, los roces, un escalofrío que te recorre la espina dorsal..
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