Dios y el Estado

Frente a la irrupción de lo irracional, frente al ascenso de los diferentes “fundamentalismos” (religiosos o no), frente a la corrupción generalizada que caracteriza a los Estados burgueses y a la presencia de poderosas mafias incrustadas en los Estados post-“comunistas”, la lectura de este libro nos permite ejercer las “dos facultades preciosas” del ser humano que Bakunin define: “La facultad de pensar y la facultad, la necesidad, de rebelarse”. Este texto no es sólo una extraordinaria aportación al materialismo (de una vigencia apabullante), sino también una gran proclama libre y libertaria.

Este libro parece un fiel reflejo del temperamento y la opinión del autor. Todo el texto da la sensación de estar escrito en un apogeo de furia por el mundo en el que el autor vivió, tocando temas vigentes hoy en día. Con una prosa muy cuidada y medida, el autor nos sumerge en un discurso sobre los males que acechan a la sociedad y las que, en su opinión, serían las soluciones a ellos.

El texto toca temas variados, centrándose en la corrupción de la Iglesia y su dominación sobre las mentes del pueblo, y en el daño de una sociedad cada vez más capitalista y materialista. Estos temas son bastante actuales aún hoy día, con una sociedad cada vez más centrada en el dinero y con grandes marcas dominando el comercio, creando un mundo más preocupado por llevar algo de renombre que por las maldades que haya cometido dicha marca para producir su producto. Algo que ha cambiado respecto a la época en la que vivió Bakunin es la educación, pues hoy en día es mucho más accesible a todo el mundo, creando ciudadanos más despiertos y conscientes de los males y las corrupciones de la política y la Iglesia.

Esta lectura es muy interesante, y tristemente actual. A pesar de los años transcurridos desde la escritura de Bakunin, aún nos queda mucho que mejorar y cambiar como sociedad, buscando un mundo más igualitario y menos materialista.

Irbis.