La reina roja

Tienes la mala costumbre de intentar salvarme

En los relatos, los viejos cuentos de hadas, aparece un héroe. Pero todos los míos se han marchado o están muertos. Nadie acudirá en mi ayuda.

Este mundo es bello, pero también peligroso. Quien no es útil, quien comete errores, puede ser eliminado

Haría una reverencia, pero parecería adulación.

No puedo resbalar. Ni ahora, ni nunca. Soy uno de ellos. Soy especial. Soy un accidente. Soy una mentira. Y mi vida depende de que yo mantenga esa ilusión.

Su sangre es una amenaza, una advertencia, un presagio. No somos iguales, y no lo seremos nunca.

El recuerdo de la sangre roja pesa, pero el de la plateada también.

Antes creía que los Plateados eran dioses intocables que nunca se sentían amenazados ni austados. Ahora sé que lo cierto es lo contrario. Han pasado tanto tiempo en la cúspide, protegidos y aislados, que han olvidado que podían caer. Su fuerza se ha convertido en su debilidad.

Tienes la mala costumbre de intentar salvarme

finalmente estoy aprendiendo la lección cualquiera puede traicionar a cualquiera