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El mundo ya no era real. Todo en el era una copia fraudulenta de lo que debería haber sido, y todo lo que sucedía en el no debía estar pasando.

Qué idea más interesante, dijo Ferguson para sí: imaginar lo diferentes que podían ser las cosas mientras él seguía siendo el mismo. El mismo niño en una casa diferente con un árbol distinto. El mismo niño con otros padres. El mismo niño con los mismos padres que no hacían las mismas cosas que ahora.

A la larga, las historias no son probablemente menos valiosas que el dinero, pero a corto plazo tienen marcadas limitaciones.

... Dios llevaba años muerto, pero el diablo había vuelto a Manhattan y estaba haciendo de las suyas en la parte norte del distrito.

... Con la ira y la decepción no se llega muy lejos, comprendió, pero sin la curiosidad estaba uno perdido.

Ferguson no había cumplido cinco años, pero ya entendía que el mundo se componía de dos reinos, el visible y el invisible, y que las cosas que no podían verse eran con frecuencia más reales que las que se veían.

Su madre se llamaba Rose, y cuando fuera lo bastante mayor para atarse los zapatos y dejar de hacerse pis en la cama, pensaba casarse con ella....

¿Era por eso por lo que el hombre había inventado a Dios?, se preguntaba Ferguson. ¿A fin de superar los límites de la percepción humana mediante la reivindicación de la existencia de una todopoderosa inteligencia divina que todo lo abarcaba?