Pero me atrevo a decir que todo lo que hiciste fue para bien y no se puede desafiar al destino.
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Pero me atrevo a decir que todo lo que hiciste fue para bien y no se puede desafiar al destino.
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No satisfecho con venir, se invitó a sí mismo a quedarse unos días. ¡Le habría envenenado!
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Cuando habló de su belleza, contesta sólo que: ¡no hay brillo alguno en sus ojos!
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Yo estoy más irritada con ella desde que he visto a su hija. A la pobre chica se la ve tan infeliz que me duele en el alma.
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Siento haber provocado su disgusto, pero no se puede esperar nada mejor, mientras el este dispuesto a justificar a Lady Susan con tanta vehemencia.
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Las intenciones de Lady Susan son sin duda las de la coquetería más absoluta y las del deseo de obtener una admiración universal. No puedo imaginar, por el momento, que planes algo más serio, aunque me modifica ver cómo ha embarcado a un joven sensato como Reginald.
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Jane Austen (16 de diciembre de 1775-18 de julio de 1817) fue una novelista británica que vivió durante la