El tejido de los días

La novela comienza en el año 1950 cuando Julia llega a Zaragoza, sola y embarazada, para instalarse allí y abrir su propio negocio: una casa de moda. Julia está soltera y su gran amor ha muerto hace poco sin darles tiempo a casarse. Pero Julia tiene mucha fuerza de voluntad y consigue deslizarse entre las convenciones sociales para buscarse la vida. Así, tras conocer a la joven Rosita, una modista de alta talla, abre la primera casa de modas, al estilo de las que hay en grandes ciudades como Madrid o Barcelona.

La vida de Julia y también la de Rosita se va engarzando con la familia Monforte, una de las mejores familias de la villa. Emilio, el jefe del clan, es un rico y respetado abogado que vive en una gran casa junto a su mujer, sus dos hijos pequeños y un buen número de personal de servicio.

Las anteriores novelas de Carlos Aurensanz eran puramente históricas y, además, se situaban en épocas bastante remotas. No así su nueva novela que, si bien sigue siendo de ambientación histórica, se centra más en las vidas de unos personajes anónimos, no reales y se sitúa en una época más cercana como son los años cincuenta del siglo pasado. “El tejido de los días” podría definirse como una novela costumbrista de ambientación histórica con una parte de drama familiar, con amores y desamores y un cierto toque de intriga.

Uno de los puntos fuertes de la novela son sus personajes. Si bien al principio parece que Julia va a ser la absoluta protagonista, la evolución de la historia y de los personajes hacen que muchos otros vayan cogiendo protagonismo, convirtiéndose al final en una novela coral. Una historia en la que destacan las mujeres, sobre todo Julia, Rosita y Antonia, una de las criadas de los Monforte. Estas tres mujeres van a enhebrar entre ellas una preciosa amistad y sirven al autor para mostrarnos diferentes formas de vivir las limitaciones (sobre todo para las mujeres) de la posguerra. Julia es la abanderada de todas ellas y el personaje más excepcional (en el sentido de que no es fácil en los años cincuenta encontrar mujeres tan avanzadas, tan libres como ella). Guarda un secreto y un dolor profundo en su corazón: el eterno amor que sintió y siente por su pareja, por Miguel, al que perdió en trágicas circunstancias. Embarazada y sin marido, su situación no era nada halagüeña pero Miguel le dejó dinero y el dinero ya sabemos que abre puertas. Julia tiene un fuerte carácter y mucha decisión, es un gran personaje. El contrapunto perfecto a Julia es Antonia, una joven de su época. Hermana de sacerdote, cree que la vida le tiene destinado el acompañar a su hermano a la parroquia a la que se le adscriba y servirle durante toda su vida. No le importa renunciar a un marido e hijos, a un trabajo, a la vida en la ciudad, a una vida en definitiva porque “eso es lo que tiene que hacer”. Desde un punto de vista actual su posición nos parece incomprensible pero el autor sabe trasladarnos tan bien su sentir, las circunstancias de la época que acabaremos entendiendo –que no aplaudiendo- su forma de actuar. Julia y Antonia son los personajes que más me han gustado pero los demás no tienen desperdicio: Rosita, las demás criadas de los Monforte, los chicos y los Monforte en sí con don Emilio a la cabeza.

En casa de los Monforte hay muchas cosas escondidas, muchos secretos: algunos antiguos, otros actuales. Hay que ir descubriéndolos y eso es lo que dota a la novela de cierta intriga. También hay que ir viendo cómo acaban explotando ciertas situaciones que no se pueden tolerar y que te mantienen en vilo durante toda la lectura.

La ambientación histórica se centra en la forma de vida en la época franquista, diferenciando entre las clases pudiente (los Monforte y quienes se relacionan con ello) y las que no (el personal a su servicio). Las diferencias abismales de clase, de cultura, de libertad, de posibilidades. La represión de la mujer. El enriquecimiento de los más poderosos y su doble moral: de misa diaria frente a la galería, con vidas oscuras en la intimidad. Carlos Aurensanz nos muestra claramente la forma de vida de los personajes en toda su cotidianeidad. No es difícil “ver” los escenarios y los personajes; los describe tan bien que acaban por ser viejos conocidos.

Es un narrador omnisciente quien nos va contando la historia, trazando las diferentes tramas con hilos apretados. Con el estilo cuidado y elegante que le caracteriza, con un ritmo medio que no pierde interés en ningún momento, el autor consigue hacer una novela en mi opinión redonda.

Conclusión final

He disfrutado mucho de “El tejido de los días”. Una novela costumbrista de intrigas familiares que me ha conquistado.

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