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Crítica de TavoEstomba


TavoEstomba
22 March 2023
El hijo del hombre
Augusto Roa Bastos
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Nueve cuentos integran esta inmensa novela que intenta relatar "el destino de un pueblo cuya fatalidad ancestral parecía residir en la guerra". La finalidad misma del texto busca ayudar "a comprender más que a un hombre, este pueblo [el paraguayo] tan calumniado de América, que durante siglos ha oscilado sin descanso entre la rebeldía y la opresión, entre el oprobio de sus escarnecedores y la profecía de sus mártires... "
Los relatos abarcan un arco temporal se extiende por siete décadas desde la guerra de la Triple Alianza (ignominia de nuestra historia) hasta la Guerra por el Chaco. Dos guerras que originadas por el interés económico extranjero que marca el expolio del territorio paraguayo y del cual fuimos vergonzosos sicarios. Entre esos mojones históricos el permanente malestar, desasosiego y resentimiento de las montoneros que se levantan al grito de "¡Tierra, pan y libertad!". La historia paraguaya está atravesada por la permanente violencia social y politica y las dictaduras. Paraguay "es el país de la tierra sin hombres y de los hombres sin tierra..." es violencia que perpetua la desigualdad y la marginación.
La violencia se manifiesta narrativa mente en la violencia religiosa de Itapé, en la violencia política de Sapukai, la esclavitud de los trabajadores del yerbal y en el sacrificio de la "carne de cañón" en el frente del Boquerón.
Pero en medio de la más cruel violencia el amor se abre paso como esperanza, que surge y se fortalece a pesar de las rigurosas condiciones materiales de su existencia, Alexia Duvrosky-María Regalada/ Casiano- Nati/ Cristóbal- Salu'i.
Los relatos están ordenados en una secuencia temporal signada por avances y retrocesos que revelan en su despliegue una concepciôn de la escritura fundada en la repetición y
articulada en el intrincado entrecruzamiento de dos voces narrativas que, a menudo, presentan los mismos sucesos desde distintas perspectivas.
La novela es una unidad inestable en la que se integran relatos migratorios; la compleja relación entre el todo y las partes da lugar a una vision multiple de temporalidades y espacios que desarrollan una rica interpretación de la realidad narrada.
En el relato Hijo del hombre, que dá nombre al conjunto, vemos en la religiosidad la divergencia primera de los de abajo y el riesgo a conjurar por los de arriba. Ese Cristo clavado en una cruz negra que los itapeños van "año tras año al cerro a desclavar (...) y pasearlo por el pueblo como una víctima a quien debían vengar y no como un Dios que había querido morir por los hombres... O era Dios y entonces no podía morir. O era hombre, pero entonces su sangre había caído inútilmente sobre sus cabezas sin redimirnos, puesto que las cosas solo habían cambiado para empeorar."
Esa particular interprerpretación de la religiosidad ese origen del Cristo del cerrito era "lo que había despertado en sus almas esa extraña creencia en un redentor harapiento como ellos, y que como ellos era continuamente burlado, escarnecido y muerto, desde que el mundo era mundo. Una creencia que en sí misma significaba una inversión de la fe, un permanente conato de insurrección."
En el relato se ven los eternos sufrimientos de generaciones de Jaras, las duras condiciones de su existencia y el permanente deseo de insurrección o de evadirse de la violencia y el sufrimiento. Tal y como cuenta Macario: "El hombre, mis hijos [...] es como un río. Tiene barranca y orilla. Nace y desemboca en otros ríos. Alguna utilidad debe prestar. Mal río el que muere en un estero." Los Jara son ríos que golpean en forma permanente oradando los diques hasta que un día la erosión permita sobrepasarlos. Es siempre utopía que hace avanzar a los rebeldes.
La lengua es un territorio de disputa cultural, frente al español oficial el pueblo mantiene el guaraní como vínculo de comunicación y hermandad, patrimonio que tienen la obligación de preservar y continuar. Miguel Verá cuenta: "Lo escuchábamos con escalofríos. Y sus silencios hablaban tanto como las palabras. El aire de aquella época inescrutable nos sapecaba la cara a través de la boca del anciano. Siempre hablaba en guaraní. El dejo suave de la lengua India tornaba apacible el horror, lo metía en la sangre. Eco de otros ecos. Sombras de sombras. Reflejos de reflejos. No la verdad tal vez de los hechos, pero sí su encantamiento."
No sentirán como perdido el tiempo de lectura de este libro, sentirán la suerte de los protagonistas como suyas y sentirán al final que el relato no puede terminar ahí.
¡Qué disfruten de su lectura!
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