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Crítica de Celia_0504


Celia_0504
26 October 2021
Como siempre Atwood no defrauda. Esta reinterpretación de “La Tempestad” de Shakespeare me ha parecido un ejercicio literario muy interesante y que he disfrutado en su mayor parte, especialmente porque de las tres novelas que tenia pendiente de esta autora (ahora dos) esta era la que menos me llamaba la atención, y la empece por un mero impulso. La historia parte de un punto muy interesante: esta protagonizada por el profesor Felix Duke, encargado de un programa de alfabetización en el correccional Fletcher, donde cada año dirige una obra de teatro de Shakespeare con los presidiarios inscritos. Pero bajo la apariencia de viejo profesor pedante y aburrido, visto con condescendencia por la gente de la cárcel, Duke esconde sus propios secretos y deseos de venganza contra aquellos que le quitaron injustamente su puesto como director de un prestigioso festival de teatro...Una venganza largamente acariciada que lleva planeando muchos años y que ahora tiene la posibilidad de llevar acabo con ayuda de los presos y de la obra que deben representar este año, que como no, es “La Tempestad”.

En general, como he señalado antes, he disfrutado mucho de esta historia y la he leído con gusto. Atwood crea de forma concisa un argumento preciso, con un excelente pulso narrativo. Me ha parecido muy ingenioso como traslada una obra escrita hace 400 años a un centro penitencial moderno, como crea una historia que se nutre de lo que hizo Shakespeare, pero manteniéndose siempre fiel a su propio estilo como escritora, sin olvidarse del sentido de lo trágico y la venganza que caracteriza esta celebre obra de teatro. Una obra que, por cierto, leí hace muchos años (creo que estaba en la ESO) y que después de este libro he llegado a la conclusión de que debo volver a leer. de ahí que hay agradecido mucho que haya un resumen de la obra shakesperiana al final del libro, me ha facilitado mucho para entender ciertos aspectos de la trama y poder ubicar a cada personaje en la historia. Y es que dentro de la novela que nos ocupa, cada uno de sus personajes responde a uno de los protagonistas de la obra de teatro.

En concreto, creo que el gran acierto de esta historia es la compleja e interesante personalidad del protagonista, Felix Phillips, alias Felix Duke. Excepto por el personaje de Anne-Marie (la Miranda de la historia, y tampoco es que nunca llegue a conseguirlo, la verdad), ningún otro puede hacerle sombra. Y no es para menos, ya que Felix es el perfecto trasunto moderno de Prospero, una de las mejores y más complejas creaciones shakesperianas, sin lugar a dudas. Es un personaje realmente complejo e interesante, autentico núcleo y motor de todo el libro y de los hechos que en el acontecen. El lector se pone plenamente de su parte desde el inicio, y se divierte mucho descubriendo como va tejiendo su venganza y planeándolo todo.

Otro de los aspectos que más interesantes me han parecido de “La Semilla de la Bruja” es su estudio del trabajo en el que se inspira. No en vano, el libro fue creado dentro de un proyecto para celebrar los 400 años del nacimiento de Shakespeare, que consistía en que varios autores actuales reinterpretaran las obras de Bardo de Avon (una idea que, por cierto, no nos hubiera ido mal imitar a los de lengua hispana, que a la vez celebrábamos los 400 años de Cervantes). Así pues, gran parte de la novela se cimenta sobre el estudio que hacen los presos de los hechos y de los personajes que aparecen a lo largo de los cinco actos de la obra, e, incluso, reinterpretándolos a su manera. de ahí que el lector acabe sumergiéndose totalmente en el análisis de esta obra, descubriendo, de la mano de Atwood, todo el encanto y complejidad de la misma. Si lugar a dudas las escenas en las que se trabaja la obra y los personajes (que ocupan buena parte de las páginas de esta novela) son algunas de las mejores partes de la misma. Se puede decir que , al fin de cuentas, toda la obra no deja de ser un estudio muy bien llevado de “La Tempestad”, un trabajo musical y conmovedor, que durante años ha sido un auténtico enigma para los estudiosos de la literatura y de Shakespeare, tan difuso es el simbolismo que alberga.

No obstante, para mí hay un gran pero en este libro. Y es su parte final. Ahí creo que a Atwood se le escapa la trama de las manos un poco, hay momentos en los que sentía que no estaba leyendo la misma historia que había conocido en las páginas anteriores, y que notaba que la trama estaba muy descontrolada. Creo que esto me pasó a partir del momento en que descubrimos que los presos están totalmente dentro de las maquinaciones de del profesor Duke.A partir de ese punto todo me pareció un tanto inverosímil, no pude acabar de creerme todo lo que pasaba a continuación, me pareció demasiado inverosímil. Y creo que eso le ha quitado consistencia, por lo menos para mi, a la historia y su desenlace. Y es por eso, por lo que le quitado unas cuantas décimas en mi puntuación final global, ya que ha hecho que la historia no termine de cuajar en mí del todo, por más que me haya gustado a grandes rasgos. Y es que no olvidemos que estamos en una historia de Margaret Atwood. Lo que en Shakespeare es verosimil, y lo que él nos tiene acostumbrados, no tiene porque ser valido para las obras de la escritora canadiense.

Otra cosa que también me escamo un poco es el lío que me hice con todos los presos, me costaba mucho ubicar a unos y a otros, y diferenciar sus personalidades, ya que al final me parecían muy similares entre ellos, excepto por dos o tres casos. de ahí que haya apreciado mucho el Dramatis Personae que hay en la mitad de la novela, en la que se nos señala quién es cada preso, el personaje o rol que va a interpretar en la obra de teatro, los crímenes por los que está cumpliendo condena y sus rasgos étnicos más destacados.

Pero pese a todo me quedo con la moraleja que podemos sacar de “La Semilla de la Bruja”, y que la propia Atwood señala: al igual que en “La Tempestad” es una obra que trata de segundas oportunidades y del perdón, de cómo pasar página y seguir adelante. Su final me ha parecido sorprendentemente optimista y me ha dejado un excelente sabor de boca. Pero sobre todo, al final, éste libro trata sobre la pérdida, sobre cómo Felix busca seguir avanzando y se centra tanto en la venganza para tratar de sustraerse de la pérdida de su hija pequeña, cuyo fantasma lo compañía a lo largo y ancho de la obra, ya que el se acostumbra a imaginar que la niña (que como no podía ser de otra forma se llamaba Miranda) está con él y sigue creciendo hasta convertirse en una adolescente, la ve en su cabeza constantemente, hasta que llega un punto en que le cuesta distinguir realidad y ficción. Esas partes me han parecido profundamente conmovedoras, lo considero no solo el núcleo central de todo el trabajo de Atwood, sino también el su centro espiritual, sin lugar a dudas.
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