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Mi primer encuentro con esta autora no estuvo mal. Si bien no fue para cinco estrellas, un 3.5 definiría mejor este libro tan peculiar que contiene esbozos de temas muy interesantes de género e historias que pueden arrancar lágrimas. El libro cuenta la vida de Nell y la divide en relatos que abren y cierran un episodio. Trazan un eje entre ellos y permiten saltos temporales y espaciales, que constituyen una especie de biografía no-cronológica del personaje. Nell es una mujer que atraviesa las etapas de su vida en el siglo XX y retrata, mediante sus experiencias, a los demás personajes que la rodean. Desorden moral se trata de sucesos que parecen nimiedades o excusas para escribir algo, pero que en realidad dicen mucho cuando el mensaje está bien transmitido. A simple vista, Atwood da clases de cómo delinear personajes instantáneamente y darles vida con un empujón mínimo. La primera persona no se desaprovecha: Nell es una narradora que capta el interés del lector sin problemas y que cuenta lo justo y necesario, sin demasiada “decoración”. Sin embargo, hay capítulos y pasajes bellísimos con los cuales más de una (hablo especialmente de lectoras pero no excluyo a nadie) puede sentirse identificada, como “Mi última duquesa”. Los primeros capítulos me gustaron mucho, pero en cierto momento la novela gira hacia un lugar incómodo. Cambia de narrador (tranquilos, no hay spoiler en esto) y pierde su atractivo. Particularmente le echo la culpa a una elección de vida que hace Nell, pero no haré ningún comentario al respecto porque debería detallar algunas cosas y caer en juicios de valor muy personales que no vienen al caso. Sí puedo decir que creo que algunos personajes y/o temas se podrían haber desarrollado más para no ser sólo agregados o generadores de conflictos. Otro punto a favor se lo lleva la mención a varias obras literarias (lástima que una sea spoiler) y el planteo de preguntas que me hice varias veces y no quise responder. Los últimos capítulos lograron recuperar mi atención después del estancamiento en la mitad. Fueron muy bonitos y tristes a la vez, a tal punto que tuve que detener la lectura en reiteradas ocasiones. Desorden moral no se convirtió en uno de mis libros favoritos, pero estoy segura de que todavía no leí lo mejor de Margaret Atwood. Si es capaz de darle una vida entera a una protagonista en pocas páginas, imagino lo que puede llegar a hacer con más espacio. |
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