La aurora cuando surge

Este mes de enero, lo he pasado viajando del norte al sur de Italia de la mano de @manuelastur. Nos acompañaban sus recuerdos, su padre recientemente fallecido y esa aurora cuando surge, el título que utilizó Jacob Böhme, un místico y téologo luterano del siglo XVI, para el libro que escribió a partir de una revelación que tuvo mientras paseaba por el campo, donde sintió que la Naturaleza era Dios, "parte de él, su demostración, su voz. Sin la Naturaleza, Dios sería silencio sin ser, eterna nada sin resplandor", como dice Astur.

Podría decir mucho y, a la vez, no quiero decir nada. Simplemente, me ha parecido maravillosa. He sentido la calma del camino y del viaje. Me he (re)encontrado, nueva y mágicamente, otra vez con mi adorado Keats y con el cementerio de Roma al que, sin duda, no tardaré en ir;
Las enseñanzas de los recuerdos que se van hilando con el presente, con cada paso, con cada situación; con todo aquello que nos resulta familiar, en el presente, y nos transporta a un momento concreto de nuestro pasado: de la infancia, del colegio, de los campamentos, de los veranos y de los momentos familiares.

El estar aquí, justamente aquí. El vivir este momento, el respirar este aire, el compartirlo con quien queremos. Disfrutar del viaje, observar, analizar, aprender y comprender lo que somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos. Y, sobre todo, qué no queremos ser y qué no forma parte de nosotros.

Estamos aquí. Justamente aquí.

«Cuando de niño me preguntaban qué superpoder me gustaría tener, yo siempre decía que el de la invisibilidad. Quien me había hecho la pregunta normalmente pensaba que lo que yo quería era ver a los adultos haciendo marranadas, espiar a las niñas, robar un banco, asustar a quien me cayera mal, copiar las respuestas en los exámenes. Pero lo cierto es que lo yo deseaba era ser testigo, ver a la gente común haciendo lo que siempre hacía, comportándose como cuando nadie nos mira. Y yo ahí, sin ser visto. No sabía por qué eso me parecía tan maravilloso, pero me lo parecía».

Empecé a leer este cuaderno híbrido (entre ensayo, dietario, álbum de recuerdos, notas de viaje, lecturas y bocanadas de luz y poesía) consultando con el Google Maps el trayecto del viaje de Manuel Astur y su compañera de vida por Italia —Varazze, Sestri Levante, Camogli…—, pero dejé de hacer turismo cuando me asomé a esas puertas que nos deja entreabiertas al cosmos desbordante que nos envuelve por fuera y por dentro.

Una poética travesía, en la que se detiene a observar, describiendo lo que mira en todos los sentidos, atesorando días satori y auroras en vela.