Espartaco. La rebelión de los gladiadores

El Espartaco de Arthur Koestler no es el Espartaco en el que se basó la película protagonizada por Kirk Douglas, es una versión anterior en la que el autor trata de analizar las causas por las que una gran mayoría son sometidos por una pequeña minoría y en el excepcional caso de que esa mayoría opté por rebelarse, cuáles son las formas o maneras de afrontar esa lucha y lo que supone para cada uno la ansiada y deseada "Libertad".

La historia se repite y demuestra que parece bastante más complicado consensuar ideales que sumar intereses.

Lo que comenzó siendo la fuga de un grupo de setenta gladiadores de la ciudad de Capua, se convirtió en un ejército de más de cien mil adeptos a la rebelión, a medida que se iban incorporando seguidores, conformando un variopinto conjunto en cuanto a su origen étnico y a su condición social. Un ejército de desharrapados al que se desprecio y minusvaloró que consiguió poner en jaque a las poderosas y honorables legiones romanas.

Koestler refiere como trató de apoyarse en referencias históricas pero en muchas cuestiones existía un gran vacío de contenido y creó su personal manera de idear al mito Espartaco y su sueño de crear una ciudad propia, la "ciudad del Sol" donde no existiera el dinero y los bienes fueran comunes y equitativos.

Se da la circunstancia de que Koestler viajó a España mientras estaba escribiendo este libro y en plena contienda militar, haciéndose pasar por un periodista cercano a los sublevados aunque realmente lo que le interesaba era destapar la importante participación de los nazis y los fascistas italianos en la contienda. Finalmente fue apresado y pasó cuatro meses en prisión hasta que fue liberado tras acordar un canje de prisioneros. Todos estos contratiempos motivaron que el libro no se publicará hasta 1939. Fue militante del partido comunista durante varios años aunque acabó decepcionado y abandonando el partido después de ver los derroteros que seguía la Unión Soviética de Stalin.

Esta obra me ha parecido interesante pero un tanto irregular, yendo de menos a más a medida que iba tomando forma la idea que Koestler tenía en su mente y pretendía desarrollar. Me ha parecido que se encontraba más cómodo cuando pudo disponer de todos los ingredientes al completo.

Mucho antes de que la novela histórica se pusiera de moda ya se habían escrito grandes obras, algunas de ellas incomprensiblemente olvidadas y ninguneadas hoy en día. Una de ellas es Espartaco: la rebelión de los Gladiadores (1940), del húngaro Arthur Koestler.

Desde siempre me ha apasionado la historia antigua y la cultura clásica, así que era bastante joven cuando le hinqué el diente a esta novela (en la imagen, la portada de la edición que leí, la de Booket). Recuerdo que por entonces tenía un trabajo de noche en el aeropuerto y pasaba muchas horas leyendo. Un día, al regresar a casa, me di cuenta de que me había olvidado el libro en el trabajo, así que no dudé ni un momento en volver a por él, no fuese que alguien me lo birlara, lo cual era más que probable. Mi madre, con la cafetera en la mano, pensó que le estaba contando alguna excusa para largarme vete a saber dónde.

Así que recuperé la novele y terminé de leerla. Y me pareció excelente. Luego me entretuve en comparar lo que se contaba en ella con la historia del Espartaco real (del que realmente se sabe muy poco, y con la película de Stanley Kubrick, plagada de licencias artísticas. Años después llegó la serie de televisión, muy alejada de todo lo anterior y más centrada en asuntos más comerciales como el sexo y la sangre. En fin…

Es cierto que cuesta ponerse a leer esta novela sin que a uno le vengan a la mente imágenes de la película, ese Kirk Douglas con el torso descubierto repartiendo mandobles, pero si uno logra abstraerse descubre una novela maravillosamente escrita. Es justo señalar que el libro, aun siendo ficción, es mucho más fiel a la realidad histórica que la película, que en realidad se basa en una novela posterior, el Espartaco (1951) de Howard Fast. Un simple dato como ejemplo: Espartaco murió en el campo de batalla luchando contra las legiones romanas en el año 71 a.C. Su cadáver jamás fue encontrado. La famosa escena de “Yo también soy Espartaco” jamás tuvo lugar.
(SIGUE LEYENDO LA REEÑA EN EL ENLACE):
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