La carga psicológica se pierde en la segunda novela de esta serie, más centrada en la crítica social. Aquí el asesino o asesina elige a sus víctimas por ser personas de doble moral. Por fingir ser personas honestas, dignas e intachables y recurrir luego a prostitutas para satisfacer sus deseos más sádicos. Aqui seguiremos conociendo a Helen, y aquí, para mi gusto, el autor se recrea en exceso en darle un carácter demasiado traumatizado. Se excede un poquito en su dolor, en su sufrimiento, llegando a un punto que no resulta ya creíble. Un descansito de padecer desdichas se merece ya la pobre. Lo que si comparten ambas novelas es un ritmo vertiginoso, trepidante, que hace que leas las novelas de un tirón. Dos buenos thrillers ideales para desconectar un rato. |