LA FOTÓGRAFA DE VIAJES: Una pasión incontrolable por otra mujer

Como os comenté, después del último thriller leído me apetecía cambiar de género, así que busqué y adquirí varios libros de temática lésbica. Uno de ellos fue La fotógrafa de viajes (2018), la primera novela de Ariadna López-Tévar, a quien le gusta escribir misterio. La noche sobre Berlín (2019), es su segunda novela. Ambas, autoeditadas.

Tras leer la sinopsis, supuse que esta escritora me llevaría con su prosa a tierras lejanas y que un misterio aguardaba entre sus páginas, y no me equivoqué del todo. En La fotógrafa de viajes, Tess Peters, cansada de la infidelidad de su pareja, decide divorciarse y dar un nuevo rumbo a su vida. Después de hacer un curso de fotografía, vende la boutique donde trabajaba y se embarca con una amiga en un crucero de quince días a Islandia. Durante el viaje, conoce a una bella mujer que se presenta como Katrín Gunnarsdóttir, pero poco tiempo después esta desaparece. ¿Quién es en realidad esta mujer? ¿Qué es lo que oculta?

La verdad es que el misterio que envuelve a Katrín me ha sorprendido. Y esto es lo que más me ha gustado de la novela. Me imaginaba algo del tipo «Bond, James Bond», sin embargo no ha sido así.

Entre los “peros” que la veo se encuentra la ambientación de la novela. La acción se desarrolla durante un crucero a Islandia y, más tarde, en Londres y otras localidades de Inglaterra. En realidad, no pasó nada en la propia Islandia (ni en sus ciudades) digno de mención, y lo que se llega a vislumbrar de este país es gracias a lo que “cuenta” Katrín, originaria de allí, que apenas va más allá de nombrar los puntos de mayor interés turístico. En relación a los hechos que transcurren en ciudades de Inglaterra, pasa más de lo mismo: descripciones demasiado breves (para mi gusto).

La lectura se me hizo lenta, sobre todo durante los primeros capítulos. La fotógrafa de viajes está estructurada en 7 partes y un epílogo, y su protagonista, Tess, no conoce a la misteriosa mujer hasta la segunda parte. En la tercera, una vez creada la intriga, la narración empieza a tomar ritmo (sin llegar en ningún momento a ser trepidante, esto no es un thriller). Por supuesto, hay puntos de giro argumental, pero lo que se dice acción, poca, y prácticamente condensada en el capítulo final.

Hay dos personajes principales, Tess y Katrín, bien construidos, en especial, la primera que es la voz del narrador. Y pocos personajes secundarios, además, con escasa presencia y un rol insignificante en la trama.

Tess es una mujer que, en un punto de inflexión en su vida, decide romper con todo; su matrimonio, su negocio, las amistades que eran más de su pareja que de ella… Como siempre le ha gustado la fotografía, hace un curso y, meses después, decide tirarse a la aventura y emprender un viaje. Es una mujer valiente y llena de expectativas, de modo que cuando se presenta la oportunidad de comenzar una nueva relación con una mujer, la aprovecha, a pesar del misterio que la envuelve. No obstante, hay diálogos donde no entendí el comportamiento de Tess; por un lado, se mostraba desesperada por rellenar los huecos vacíos de la vida de Katrín y, por otro, olvidaba el hecho de que esta no le había dado explicaciones.

A Katrín se la llega a conocer de forma indirecta a través de la propia Tess y de otro personaje secundario, de quien no deseo decir nada para no hacer spoiler.

Durante la lectura encontré algún que otro cabo suelto. Me surgieron preguntas (cuyas respuestas no hallé), entre ellas, con relación al final. La autora deja la puerta abierta a una posible continuación, que no es La noche sobre Berlín.

La fotógrafa de viajes es una novela de misterio al uso, sencilla, sin mayores pretensiones. La primera novela de una autora novel que, sin ser perfecta en su desarrollo, entretiene.