No hay besos sin hierbabuena

Esta novelita se lee en un suspiro por lo cortita que es y porque está estructurada en pequeños capítulos que en realidad simulan las entradas de un blog personal. Sólo por ese detalle ya me pareció distinta a otras historias. A través de esas entradas la protagonista, Claudia, nos va relatando lo sucedido un tiempo atrás en un momento de su vida en que su difícil situación familiar hace que coja un avión y atraviese el Atlántico para pasar un tiempo con sus hermanos. En realidad ni siquiera sabemos cuánto tiempo pasa desde que esto sucede hasta que nos lo cuenta, porque simplemente va narrando en sus entradas lo que se le pasa por la cabeza.
Esta forma de narrar de la autora a través de las entradas del blog de Claudia es sin duda lo que más me ha gustado de la novela. Es como si en realidad Claudia estuviera hablando directamente al lector, pero como ella misma escribe, sin saber si alguien leerá o no lo que está contando. Y tiene un estilo precioso, con muchos pensamientos, unos más optimistas, otros más pesimistas, pero todos los sentimientos que retrata son muy realistas.
Al principio de la novela el relato es un poco inconexo. Me explico. En realidad, lo que sucede en casa de Claudia, que vive con su madre, no se cuenta de manera explícita, sino que a lo largo de los capítulos podemos ir desgranando la dura situación familiar por la que atraviesan y que se alarga durante años. La figura de la madre problemática, pero sin que sepamos exactamente qué problema tiene es uno de los motores que te hacen seguir leyendo, junto con el misterio de qué pasó con su padre y qué ocurrió en “la casa del pueblo” que tanto rememora Claudia.
Y alrededor de Claudia tenemos unos cuantos personajes secundarios que hacen que la historia sea de principio a fin: entrañable. Claudia tiene dos hermanos, Pablo y Leire, ambos casados con estadounidenses y juntos forman una piña fraternal que es encantadora. Los mejores momentos que tiene la novela suceden entre los hermanos, porque al fin y al cabo y a pesar de que tenga su toque de romance, esta historia es un drama familiar, de relaciones entre hermanos, con toques de comedia en algunas escenas. Los cuñados de Claudia, James y April, y el hermano de April, Hunter, completan este conjunto de personajes secundarios. Todas las situaciones se desarrollan en sus interacciones con Claudia, y a través de sus relaciones podemos conocer en profundidad cómo es Claudia, cuáles son sus motivaciones y sus verdaderos sentimiento.
Además, los cabos sueltos que deja en España al marcharse, que son su madre y su novio, están presentes durante toda la historia y ya podéis imaginar el dilema central que se le plantea a la protagonista: quedarse en Estados Unidos donde descubre un tipo de vida al que pronto se adapta felizmente, o volver junto a su novio y su madre, a la que ya abandonaron sus hermanos. de hecho, el comienzo de la novela nos deja ver ese dilema perfectamente:
Evidentemente, por el título también podéis adivinar que tiene su parte de romance, pero aunque es uno de los elementos, desde luego no es ni el principal ni el más relevante. Así que para tratarse de una novela con romance en la que chica conoce chico y se plantea cosas, lo cierto es que no es romántica, o al menos, las escenas no tienen el toque romanticón de otras novelas, con situaciones idealizadas y muy dulzonas. Para nada, también en el tema romántico, la autora también va sobrada de realismo.
En definitiva, ha sido una lectura maravillosa, me ha encantado la forma de escribir de la autora, y es una de las historias más profundas y realistas que he leído últimamente.
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