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ISBN : 8418504463
240 páginas
Editorial: Candaya (23/05/2022)

Calificación promedio : 4.12/5 (sobre 4 calificaciones)
Resumen:
Novela que indaga en los misterios de la familia, la muerte, y las deudas del pasado.

Isabel es memoria viva y, aunque todo lo que la rodea causa una profunda tristeza en quienes la conocieron, quererla parece ser obligatorio. Temerosa ante la posibilidad de repetición de una vida, la narradora, que se llama como su abuela, necesita al mismo tiempo acercarse y alejarse de ella. Pero a veces ciertos destinos están marcados y no siempre es fácil desviar... >Voir plus
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Críticas, Reseñas y Opiniones (3) Añadir una crítica
Eduardo_Irujo
 28 July 2022
«A Isabel no la conozco. Sus manos, sus pies, el tacto de su pelo, su voz, su olor, todo me lo va contando mi madre. Sus dos hermanos me dieron datos, nostalgias y culpas, pero mi madre me la cuenta a ella, y no terminará de hacerlo»

«Limpio el polvo, levanto cada objeto y le cuento su propia historia»

Objetos. Plantas. Recuerdos. Una familia colombiana. A través de esos retales, conversaciones, entrevistas, Isabel-Cristina Arenas Sepulveda teje una historia en diferentes niveles de lectura, con varios puntos de vista y objetos-memoria que deslizan y cuentan la historia de la abuela materna, Isabel. El libro Y eran una sola sombra, publicado por Candaya en abril de este año (2022), cuenta con la maravillosa ilustración de cubierta de Paulina Flores que ha conseguido absorber y plasmar los capítulos del texto.

«Una hora más tarde la comida estuvo servida y nos sentamos todos sin hablar del tema, nada se dijo porque la mesa es para comer, no para conversar. Así seguimos arreglando los problemas, con silencio»

La escritura de la novela intenta romper con el silencio. Contar las palabras no dichas. Buscar respuestas a una historia de dolor, de pérdida. Ese es, posiblemente, el gran logro de esta Isabel, intentar explicar a través de un caleidoscopio de voces, objetos y rituales ese pequeño pedazo de historia. Una microhistoria fuera de las grandes historias, pero atravesada por ellas. La grandeza de lo pequeño, de lo cercano.

«Desde antes de enfermarse a ella no le gustaba el atardecer, esa luz indefinida y maligna le daba escalofríos, le producía afán por terminar lo que fuera que estuviera haciendo»

Constantes cambios de voces narradoras, la utilización de documentos y textos de la época, dotan a la novela de una frescura y singularidad que nos atrapa en la lectura y nos hace querer saber más de Isabel y Alfredo, de esos hijos no nombrados y esos familiares y amigos que rodean las dificultades, las alegrías y tristezas, la vida y la muerte de los personajes. Y, todo ello, desde el presente de la autora en Barcelona.

«Si un objeto ya no se utiliza para lo que fue creado, ¿pierde su identidad?»

Es esa reconstrucción -como zapatero (Alfredo) que delimita la horma, que clava tachuelas y alfileres- la que realiza la autora con imágenes hechas palabra. «No se comunican entre ellos porque hacerlo no es tarea de los objetos, tampoco decidir si pierden su identidad cuando no se usan, no tienen aspiraciones de ser lo que no son. Solo se tocan levemente el uno con el otro». Objetos nimios, con historias contadas e inventadas. Atraviesan la historia y la realidad. Unen la ficción con el tiempo presente: «Entonces, después de sentirme mal, de echarle arena y limón a mi remordimiento, de prometerle que recuperaré todo, no sé cómo, me doy cuenta de que así ha sido. Poco a poco. Eso es lo que he hecho desde que se terminaron nuestras entrevistas, así hemos logrado seguir comunicándonos».

«Cuando comencé a cuidar el jardín de mi madre no sabía que Isabel también había tenido uno. No sabía nada de ella más que su nombre, heredado y obligatorio. Debía quererla sin saber quién era»

Y así, con esas plantas y animales, continuamente citados y contados en el texto, construye, planta, abona y riega el libro Isabel-Cristina para que florezca y nutra al lector.

[CODA]
«No olvidamos a nuestros muertos, ponemos sus cenizas bajo tierra y las regamos. Tampoco somos un secreto, usted los sabe desde hace tiempo»

Tenemos una reciente entrevista a la autora en la revista digital Continuidad de los Libros que nos da pistas, aportes y sentido a muchas de las palabras que aparecen en el libro. No se la pierdan.

Enlace: https://papelenblanco.com/hi..
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Lavidamurmura
 31 July 2022
Qué importante es el orden en que se nos presentan las lecturas, tan importante que puede provocar que libros que podrían ser una delicia en un determinado momento, se vean ensombrecidos por la anterior presencia de otros que nos impresionaron más.

Esto me ha ocurrido con Y eran una sola sombra. Si hace unas semanas alababa el linaje presentado por Miguel Bonnefoy en Herencia, ahora no era quizás el momento de conocer otra saga, de aprehender otro árbol genealógico ni perderme por los años, los cambios de personaje y de discurso propuestos por la autora.

No digo esto porque haya un verdadero deseo de comparación entre ambas obras, sino porque ha sido inevitable que las sendas de las lecturas se entrecruzaran.

Reconozco que tardé algunos capítulos en adentrarme y comprender el baile de perspectivas y narradores, pese a que la figura principal de la historia nos queda clara casi desde el principio de la obra.

Isabel es más que una madre, es una matriarca que dejará una potente huella no solo en su marido, sino en sus hijos y sus nietos, quienes serán los encargados de transmitir mediante una interesante historia de los objetos y recuerdos familiares un legado valioso e invisible.

Si hay algo bastante positivo en la historia que nos propone Isabel-Cristina es la sensación de rigor y tierna verosimilitud con la que nos es contada, ya que lo que parecía una ficción familiar, se convierte con el paso de los capítulos en el homenaje de la autora a su abuela.

Tal y como me ocurrió cuando leí La invención de la soledad de Paul Auster, son precisamente esas historias cotidianas, esas vidas que transcurren entre el trabajo, el día a día familiar y la consolidación de una estirpe las que me impiden levantar la vista del libro.

Imaginar esas jornadas de trabajo en la fábrica de tabaco donde Isabel levantaba el imperio del recuerdo o la minuciosidad con la que su marido, Alfredo, trabajaba en la zapatería han sido las que han impedido que zozobrara en el mar de una historia que no siempre parecía que fuera a llegar a un puerto seguro.
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Pilasal
 05 August 2022


«Una hora más tarde la comida estuvo servida y nos sentamos todos sin hablar del tema, nada se dijo porque la mesa es para comer, no para conversar. Así seguimos arreglando los problemas, con silencio"

Isabel Cristina (el presente, Barcelona) nos cuenta en esta novela la historia de su abuela Isabel (el pasado, Bucaramanga) y nos la cuenta con constantes saltos en el tiempo y a través de distintas voces.
Al principio me costó conectar con la historia debido a estos saltos entre el presente y el pasado pero una vez que nos situamos y nos adentramos en la historia no quieres que termine, necesitas saber más de Isabel y Alfredo y de su vida.
Son tan importantes los silencios, lo que no se dice pero que lo dicen todo como las descripciones que hace la autora y que nos trasladan a la propia historia.
Es una historia llena de tristezas, dificultades y alguna alegría narrada de una forma que en principio podría parecer ficción pero tal y como nos la cuenta Isabel Cristina adquiere toda la realidad para pensar que sí ocurrió y se puede considerar sus 232 páginas son el reflejo de la admiración que siente una nieta por su abuela.

Gracias a por esta historia!!!
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Citas y frases (7) Ver más Añadir cita
FerrerFerrer18 May 2022
A Isabel no la conozco. Sus manos, sus pies, el tacto de su pelo, su voz, su olor, todo me lo va contando mi madre. Sus dos hermanos me dieron datos, nostalgias y culpas, pero mi madre me la cuenta a ella, y no terminará de hacerlo. A veces escucho de nuevo su voz torturada en la grabación que le hice sin permiso o en los mensajes en donde respondió mis preguntas.
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FerrerFerrer22 May 2022
Esto sería lo que hubiera cambiado de mis recuerdos con ella, haberle dicho: No mamá, no, esa plata es nada más que suya. Convencerla y haberos ido las dos a Cartagena a ver a la tía Belisa, y que de pronto nos hubiéramos quedado a vivir allá las tres juntas.
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Eduardo_IrujoEduardo_Irujo28 July 2022
Una hora más tarde la comida estuvo servida y nos sentamos todos sin hablar del tema, nada se dijo porque la mesa es para comer, no para conversar. Así seguimos arreglando los problemas, con silencio.
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FerrerFerrer22 May 2022
Casi al final del día acaricia la begonia violeta que yo le regalé y que puso en la ventana de madera. Llama a Isabel. No está, nada que aparece. Decide no descongelar la nevera y tampoco hace hielo. No se da cuenta de que ya no existe la zapatería. Y así, de un lado a otro ocupado en oficios hasta que no le quedan alientos y se sienta en la cocina a descansar, ya oscurece y no dejó ni un ratico para limpiar el polvo.
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Eduardo_IrujoEduardo_Irujo29 July 2022
Desde antes de enfermarse a ella no le gustaba el atardecer, esa luz indefinida y maligna le daba escalofríos, le producía afán por terminar lo que fuera que estuviera haciendo
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