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No sabía bien cómo calificar este libro y en algún momento, las tres estrellas que le di me parecieron pocas, aunque en realidad no es una mala calificación. Sin embargo, creo que el problema surgió porque esperaba por lo menos darle cuatro estrellas y que este libro se convirtiera en uno de mis favoritos, lo cual no sucedió. Y creo, como últimamente suele pasar, que gran parte de esto es por las altas expectativas que tenía del libro, resultado de grandes reseñas y un hype bastante elevado. Ahora bien, El Oso y el Ruiseñor había estado en mi lista de libros anticipados por lo menos dos años e incluso, compré la trilogía completa, algo que raramente hago porque es demasiado riesgo. Sin embargo, siempre tuve miedo de iniciar la lectura porque justo anticipaba terminar decepcionada, aunque la premisa contenía muchos elementos que personalmente me gustan –un contexto histórico, Rusia, un personaje femenino valiente y algo de mitología y folklor de Europa del Este. Sin duda, todos los elementos estuvieron presentes y, sin embargo… sentí que algo hizo falta, por lo menos para hacerme volver a la lectura con una necesidad apremiante, como esperaba. Esta novela cuenta la historia de Vasya, una niña nacida en Rusia en una época remota. Ella nace con un don que fue heredado de su madre: puede ver espíritus y criaturas del bosque y de otras dimensiones. Vasya no tiene conflicto con esto e incluso convive con ellos, y de hecho, también la mayoría de las personas de su pueblo creen en la existencia de estos espíritus y los respetan y consideran en su vida diaria. El problema surge cuando su padre se casa con otra mujer, tras años de enviudar. La nueva esposa, Ana, tiene el mismo don que Vasya ya que también puede ver a los espíritus pero, a diferencia de su hijastra, para ella ha sido una pesadilla: está convencida de ser atormentada por demonios y desea librarse de ellos. En esta lucha, cuando se da cuenta que Vasya también puede verlos, intenta sacarla de su hogar esperado con ello también deshacerse de estas visiones- Junto a la trama principal también se nos presentan otros personajes, incluyendo la familia de Vasya, el padre Konstantin y una serie de criaturas mitológicas que son bastante siniestras en ocasiones. Todos los personajes me parecieron relevantes y con un rol que cumplir, lo cual también aprecié bastante. El problema para mí fue que sentí que la historia avanzaba a un ritmo muy lento y a veces parecía que nada sucedía. Dicho esto, también es importante señalar que este es el primer libro de una trilogía y obviamente tiene sentido que la autora se tomara su tiempo para construir un mundo muy particular y establecer el tono narrativo. Porque, con todo y que me pareció lento, también reconozco que la construcción del mundo fantástico y el contexto estuvo bien hecho y realmente logra sumergir al lector en la historia. En todo momento pude sentirme parte de la narración, sentir el frío terrible del invierno ruso y calentarme ante el fuego del hogar de Vasya, así como transportarme a la corte real y escuchar planes y arreglos matrimoniales en Moscú y al mismo tiempo ver y asustarme por las criaturas de la oscuridad. En este aspecto, sin duda el libro cumple y la narrativa es impecable, y por ello, continuaré con la serie. Puedo decir que me gustó el libro, si bien no era todo lo que esperaba pero, como mencioné, quizá esto se deba a que imaginaba algo distinto –algo con más acción, que me hiciera desear no parar de leer nunca. Sin embargo, soy de las primeras en decir que las historias con un tono más lento no son malas de ninguna manera y que aunque no me haya fascinado, reconozco que el libro tiene los elementos para interesarme en su continuación. |
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