Patria

Las historias se cuentan, se narran. A veces hasta se imaginan en la noche, mientras el sueño se va. Martillean en la cabeza. Las historias también se sienten, se viven, incluso duelen. Las historias son de todos, de unos y otros. de los de un lado y los del otro. Por eso desde la habitación, uno le grita al Txato que no vaya esa tarde a trabajar, a Joxian que salude; le grita a Joxe Mari que no, que se vaya. A Bittori, que dé besos, que deje la amargura; a Miren, que es su hijo, y el otro, el padre; a Gorka que huya, a Arantxa que hable; a Xabier que sonría, a Nerea que sienta.
Todo eso gritaría si se pudiera cambiar la historia. Porque aunque duela, un día la vida se trunca, se rompe, revienta y destroza. ‘Patria' narra esa etapa en la vida de unos y otros, el antes y el después de dos familias, amigas antaño, enemigas después. ¿Qué pasa en la familia del Txato cuando él ya no está? ¿Y en la de Joxe Mari? Cuando todos huyen, se esconden o dan la cara, porque no hay vergüenza y sí mucho orgullo, se revuelve todo y nada es como antes.
Esta novela habla de la imposibilidad de olvidar y la necesidad de perdonar, aunque sea en el final. 'Patria' habla de una época convulsa, de una sociedad politizada y de un dolor irreparable. Habla de cómo se vive de un lado y de otro, de cómo viven los de alrededor, los que lo ven, pero lo callan. 'Patria' me ha conmovido, no tanto por la historia en sí, de sobra conocida, sino por cómo sienten los personajes, cómo Fernando Aramburu se mete dentro de su piel, los retrata con una narrativa espectacular, que te obliga a entrar, a participar de la historia. Una escritura que rompe muchos de los preceptos. Lo mejor de la novela, sin duda. En esta obra se le da una vuelta al concepto de personaje; y es el propio narrador (quizá autor) quien les habla a los protagonistas, les recrimina, les advierte. Aquí todos son personajes, cada uno a su manera, incluido el narrador.