Las Duquelas

Manuel Aparicio Villalba, en la segunda parte de su trilogía En los tiempos del porvenir, nos hace viajar en el tiempo hasta la Sevilla de 1898, justo a partir de la destrucción del buque de guerra estadounidense, Maine, con la que dio comienzo la guerra de Cuba y que finalizó con el resultado que ya sabemos de la pérdida de las últimas colonias para España.
Pues en esta época y con esta situación política conoceremos la historia de Artemisa, una afinadora de pianos, el capitán de la Legión Extranjera francesa, Antoine Morandé, la niña María y el piano de la reina María de las Mercedes donde solamente suenan notas tristes. También estarán presentes la reina de los contrabandistas sevillanos y la matriarca de los gitanos de Triana.
En este contexto, el lector tendrá la oportunidad de adentrarse en un relato costumbrista, a la vez que histórico, y mezclado con toques de realismo mágico.
Así, el primer gran tema que toca la novela es sobre la empatía y la solidaridad que poseen las personas. En este sentido, diferencia entre aquellos que más dinero y poder tienen; quienes son generalmente los menos dados a ayudar a los demás, aunque sí los más postureros. Es decir, quienes más aparentan y menos hacen a favor de los necesitados. Sin embargo, si le da su sitio a todas aquellas personas que dan y/o ayudan dando todo lo que poseen sin importarles más que mejorar la vida del necesitado.
De esta manera, además, hace una crítica a las élites y jerarcas tanto civiles como eclesiásticos por su búsqueda del beneficio propio en lugar del bien común. Y en lo referente a la Iglesia, como institución, señala también la hipocresía de la mayor parte de su escalafón de mandatarios.
Por otro lado, coloca a la ciudad de Sevilla como la gran protagonista no humana ni viva, que es capaz de juntar y hacer coincidir en el mismo lugar y hora a gente de distinta condición social sin nada en común. Con ello nos hace ver que no tiene valor ninguno la cantidad de dinero que alguien posea cuando la vida te pone determinadas pruebas u obstáculos en el camino, las cuales pueden acarrear hasta la muerte.
También consigna la novela cómo se honra y defiende a la familia y su honor, sin valorar lo que se pueda perder por el camino. Además, este sentimiento consigue que se cree un vínculo que, aunque pueda no ser de sangre, es superior y más fuerte que cualquier otra cosa imaginable. Junto a esto nos enseña que el amor por alguien o algo hace que creemos una unión especial que, a pesar de no querer admitir, aceptamos como indispensable para nuestra vida.
Y además, relaciona todo lo que acontece en la obra con datos ciertos de la historia de España.
Por último, se puede ver este relato como una novela sobre la búsqueda del autoconocimiento personal y el conocimiento de las personas que nos rodean.
Personalmente me ha recordado al García Márquez de Cien años de soledad y su Macondo. En mi opinión es muy recomendable su lectura.

La historia comienza con el hundimiento del acorazado Maine que dio lugar al inicio de la Guerra de Cuba en 1898. A partir de ahí nos trasladamos a Sevilla y aquí empezarán a desarrollarse los acontecimientos con numerosos saltos espacio-tiempo.

La novela nos va a contar, con el hilo conductor de la niña María y de un "piano triste", el piano de los Montpensier, la historia de unos personajes, en cierto modo épicos, entre los que destacan especialmente tres mujeres: Artemisa, Davinia y la Tres Ombligos. Además de ellas conoceremos también al capitán Antoine Morandé, Manuel Rubio, el arzobispo militar (malo, malísimo de esta historia) y un sin fin más de personajes que irán apareciendo a lo largo del libro.

La historia nos va a llevar a visitar La Habana, Sevilla, Holanda e incluso Guinea Ecuatorial y hace un recorrido por distintos acontecimientos históricos ocurridos durante el siglo XIX (pérdida de la Guerra de Cuba, regencia de Isabel II, boda de Alfonso XII y María de las Mercedes...)

La lectura me ha resultado amena y ágil una vez encauzada la historia, el inicio me costó un poco. Además sí hay determinados momentos sobre todo al principio de la lectura en los que andas un poco perdido porque vas saltando de una historia a otra y hay que esperar el momento en el que poco a poco van encajando todas las piezas.

En conclusión, una prosa adornada y resuelta del autor que nos presenta acontecimientos históricos reales mezclados con personajes ficticios con carácter, que nos cuentan una historia "bonita" y nos ponen en contexto de la época. Todo esto, adornado además, con pequeños toques de realismo mágico. Para mí ha sido una lectura agradable y entretenida que recomiendo.

En lo positivo, destaca la prosa resuelta del autor. Eso sí, salvo en casos contados donde el circunloquio es tan rebuscado que se escapa el sentido de la frase; "La tierra africana que convocó Antoine se negó a cubrir la fosa común que abrieron los sanguinarios...", .

En lo demás, la sensación que impera es la de que a la novela le ha faltado un severo ejercicio de desbaste. Menos siempre es y será más. El barullo de episodios de la biografía de cada personaje, curiosamente, no guarda la función operativa de definirlos en su presente. En ese último espacio temporal quedan sólo esbozados y, si acaso, encajados en clichés.

La prosa que maneja el autor bastaría como para formalizar una historia con enjundia, sin embargo, no brilla porque el relato es deslavazado. Salta continuamente entre tramas y así, pierde todo hilo conductor. El relato parece salir a borbotones sin orden ni sentido.

Igualmente, me consta que hay lectores que priman este tipo de historias con un ritmo tan dinámico que recuerda a los flashbacks que solemos ver en un relato filmado. Para dicho público esta sería una buena opción.