El año que trafiqué con mujeres

Asco.
He bajado a los infiernos de la mano de Antonio Salas. A lo más mezquino y podrido del hombre como especie.
El varón pide y las mafias disponen.

12, 13, 14 años. Niñas vendidas por sus propios padres.
De la miseria a las tinieblas, del hambre al averno, compradas por el mismísimo diablo.

Esclavas sexuales, con dientes de leche.
20.000 euros si están "nuevas" es solo el coste.
La demanda, el verdadero culpable.

Luces de neón que iluminan carreteras.
El paraíso donde cualquier religión es bienvenida y las ninfas del amor están dispuestas a complacerte en todo.

No les queda otra.
Detrás de sus servicios hay palizas, amenazas a familiares y millones de cunetas donde abandonarte, muerta, previo polvo forzado en su último viaje, por las molestias, en concepto de portes.

Deudas que nunca serán pagadas, vidas destrozadas, almas deshumanizadas...e insisto...sin demanda no hay mafia.
¿Quién es el culpable ahora?

Lo peor no es que te planten esta realidad ante tus ojos, ni que sea una minúscula muestra donde la potencia al que elevarla sea infinita.
Lo que más desgasta es que ni en tiempos de pandemia hayan podido cerrarlos.
No interesa. No aumenta popularidad ni votos. Requiere mucho esfuerzo y ninguna recompensa electoral porque son ilegales y por tanto invisibles.

Hace poco vi un programa de televisión donde una prostituta ejercía libremente para mantener su nivel de vida, ni siquiera por hambre.
Ni la discuto ni la aplaudo, allá cada cual con sus ventas y sus compras, pero es la excepción. Un ínfimo porcentaje con el que enmascarar al consumidor y hacerlo respetable.

Hipocresía.
Extremistas que alientan a sus seguidores contra la emigración y regentan lupanares donde trafican, golpean y explotan a quienes rechazan.
Asco.

Un libro que cuya prosa es periodística, sin pinceles, sin maquillaje y por ello, absolutamente devastador.

Un texto que deberíamos leer todos los hombres y un mensaje tan rotundo como doloroso.

Solo nosotros somos los verdaderos culpables.

Cada vez que veas luces de neón en una carretera. Un anuncio en el diario de asiáticas, latinas, africanas, rusas o de Cuenca viciosas por 30 euros no vayas.
Gánate el deseo de alguien o mastúrbate ( hazte una paja hermano), pero no vayas.
Porque sin demanda...no hay ofertas, ni mafias.
Si consumes, eres la primera cadena del eslabón.
Cómplice. y por tanto.
Culpable.

300 páginas de miseria y dolor sin colorantes ni conservantes.
Y de asco.

Gracias Antonio Salas o como te llames por darles voz.

Una niña, una mujer acaba de ser asesinada a palos en estos momentos.
En cinco minutos lo hará la siguiente.

P.D. Ayer con La Bestia de Carmen Mola dije que había cosas más importantes por las que luchar que un seudónimo.
No perdamos el rumbo, los aliados, ni la batalla.

Antonio Salas es el seudónimo que utiliza este periodista de investigación, en este caso para infiltrarse en las redes de la prostitución en España.

El objetivo de esta infiltración es llegar a descubrir quién está detrás del tráfico de mujeres, para poder denunciarlo y que sean castigados por sus delitos. Para descubrirlo se introduce en el mundo de la prostitución: se hace amigo de prostitutas y de puteros, conoce a los proxenetas, e incluso se hace pasar por narcotraficante y propietario de varios prostíbulos.

La calificación que le he dado a este libro no es, como en la mayoría de casos, por lo mucho que me ha enganchado (que aunque no haya sido así, no se me ha hecho pesado) sino por la valentía que ha demostrado este periodista al tratar con criminales, arriesgando su vida para poder demostrar, con su micrófono y su cámara oculta, que en el siglo XXI todavía existen la esclavitud y el tráfico de personas.

Es el primer libro que leo de Antonio Salas pero no será el último. Admiro la manera en la que se pone en peligro a sí mismo únicamente por la investigación y para mostrar la realidad de un mundo que no conocemos en absoluto y que está mucho más a la vista de lo que creemos.
Habla del mundo de la prostitución desde distintos puntos de vista, no solo desde el POV del cliente, también de los proxenetas y de las propias prostitutas, incluyendo testimonios de diferentes tipos de mujeres, todas ellas diferentes pero con una historia y un pasado común.
Te hace darte cuenta de que el problema con la trata no solo está en los proxenetas, sino también en los clientes que perpetuan el consumo de la misma, pues es sabido que si no hubiera clientes, no habría demanda y, por tanto, no habría prostitución.
Una lectura muy recomendada si te interesa este tema, aunque muy cruda y nada adornada, fiel a la realidad.

Apenas soy consciente de que han pasado casi 20 años desde que se publicó el libro, pero en esencia... Nada nuevo bajo el sol.
Lo único que sí me ha sorprendido es todo el tema de supersticiones y brujerías que se nombra en el libro, aunque por otra parte tiene bastante sentido.
Más allá de eso, el libro en general está bien salvo por el tono que en ocasiones me ha sacado del libro. Exceso de paternalismo y machismo interiorizado he llegado a ver en varias ocasiones. Y no sé, varias cosas que no me han cuadrado más en como se contaba que en lo que contaba.
Viene bien un libro así de vez en cuando para recordarnos como funciona el mundo...