Relato de un desconocido

Chéjov escribe «Relato de un desconocido» en 1893 y nos regala con esta historia de esas vidas inútiles que tanto le gustan y tan bien nos cuenta. Hablamos de la vida de un joven noble ruso, enfermo de una tuberculosis que pende sobre él como una condena segura; una de esas personas superfluas de las que casi no nos importa ni el nombre. Se llama Stepán.
Stepán, viendo su vida pasar, decide entregarse a unos ideales que den sentido a su vida y entra al servicio de Orlov (inteligente, cultivado, sin ideales ni entusiasmo, lleno de cinismo e hijo de un "gran hombre de estado") para poder obtener "información útil" para "su grupo antisistema".
Por desgracia, Stepán no es un héroe y cuando hace su entrada en la historia (y en la casa de Orlov) Zinaída Fiódorovna sus profundos ideales empiezan a desdibujarse dejando paso a ideas, sentimientos más terrenales hasta que él mismo se percata de que ya nada queda de ellos. La búsqueda de algo que lo aleje de la soledad, de esa soledad que recorre todas las páginas del libro y la vida de nuestros protagonistas, es lo único que importa. Por desgracia, el realismo trágico de Chéjov se impone una vez más.

Última incorporación (y nuevo acierto) a la colección de «Pequeños placeres». He intentado alargar esta delicia todo lo posible. Chéjov me tiene subyugada y este relato me ha conducido por las vidas y los sufrimientos de unas personas que a nadie importan de un modo que nadie más podría hacer. Brillante, como siempre.