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Crítica de Soraya47


Soraya47
20 May 2019
Nuestro principal protagonista es Raúl un escritor que busca inspiración para su siguiente novela. Se plantea la posibilidad de iniciar la redacción de una trama que giraría en torno a un periodo concreto de su vida en el que sucedió algo que nunca ha explicado a nadie.


Se trata de una fecha, el 2 de febrero de 2002, en la que ocurrieron unos hechos que no le afectarán solamente a él. A punto de cumplir los cuarenta años, duda de si vale la pena despertar aquello que dejó escondido en lo más profundo de su memoria. Tal vez no esté preparado para todo lo que traerá esa confesión.
Leer A quien vivió mi vida, fue como ahogar un grito. Raúl Ansola no es un escritor como tantos otros, él no escribe para sus lectores, escribe para sí mismo sin importarle si vas a vivir lo que vas a leer. Tiene una historia que contar y simplemente se dedica a narrarla, así de sencillo, así de complicado.
Todo empezará con la caja que le deja Celeste, una amiga muy especial. Olores que llegan con los recuerdos, cartas que nunca se escribieron, siempre será necesario saber quién fuiste en realidad para entender en qué te convertiste ahora.


Viajará con unos amigos para reencontrarse consigo mismo. El recuerdo de una enigmática revista escrita con pseudónimos y un libro místico será el fondo para llegar a entender lo que ocurrió.


“La ciudad nos hablaba, y nosotros gritábamos todavía con más fuerza en un diálogo que ahora solo pertenece a los muertos.”


Nuestro autor regresará hacia esa movida que muchos pagaron con su vida. Está todo allí encerrado en la oscuridad. Piezas que se van aferrando a las historias que irá narrando. A casi nadie le gusta escribir sobre el pasado porque no hay ningún misterio, ya se sabe lo que pasó, no hay sorpresas, pero con Raúl no ocurre así, él sí lo necesita. Nuestra memoria es defectuosa. Dejamos espacios en blanco, nos olvidamos de los detalles de color, aroma y textura. Por eso utilizará fotografías en blanco y negro, maletines comprados en mercadillos que en su interior contienen otras vidas que ir añadiendo. Entre escritos en primera persona, letras de canciones y una escritura profunda entre onírica, surrealista, unirá unos personajes que no todos seguirán en el mundo de los vivos… un dolmen al que regresar.


En sí pocas cosas son como las recordamos. ¿Puede el presente condicionar el pasado? Él intenta juzgar el pasado, ¿pero y si el pasado lo estuviera juzgando a él?


¿Puede un libro cambiar la vida de alguien? En la historia que vais a leer, sí, también el sexo y las drogas los unirán más de lo que ellos mismos esperaban.

Un escrito que, al igual que los otros del mismo autor, esconde un misterio que intenta camuflar mientras sus personajes tararean canciones de una época que no logra dejar atrás.


Hoy tengo tiempo,
tengo todo el tiempo del mundo,
para pensar en nosotros,
para pensar en ti … y en mí,
y en todas las pequeñas cosas
que nos rodeaban
y que entonces no comprendí.

Siempre me dejo arrastrar por Raúl Ansola a unos lugares que contienen unas puertas que nadie más abre. Me maravilla este escritor que en ningún momento se detiene a pensar si lo que escribe gustará o no, me maravilla que sin saberlo acabé dejando un trabajo que personalmente me cuesta olvidar. Porque una vez que se ha pisado el terreno de sus pesadillas, no se puede dejar atrás. El suelo se adhiere siguiendo nuestros pasos. No importa qué tan brillante sea el sol, es imposible engañarse ni burlar lo que esconde la mente.

A veces, para entender, hay que regresar al punto de partida.

Ansola un escritor diferente que nunca me canso de volver a leer.
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