He reído, he llorado, me he emocionado muchísimo con esta historia. Dura, muy dura, pero estar narrada bajo la voz de un niño hace que esa ingenuidad le reste crudeza (o puede que esa misma voz infantil lo haga más emotivo). Un libro de perdones. de perdones en todos los aspectos. Y un libro de convivencia, también de convivencia en todos los aspectos. A veces resulta más difícil convivir con nuestros propios demonios que con los del vecino. Una grandisima historia. |