"No te conviertas en una de esas mujeres que se arreglar para agradar a los demás. La única persona a la que debes agradar es a ti misma"
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"No te conviertas en una de esas mujeres que se arreglar para agradar a los demás. La única persona a la que debes agradar es a ti misma"
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Cuando se llega a cierta edad, nada importa. Lo único que quieres es mantener la serenidad y dejas los sueños y los arrebatos para las que tienen sangre caliente en las venas. Las emociones son para los jóvenes; a los viejos no les sirven de nada. Y tampoco los favorece, según había decidido hacía mucho tiempo.
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-¿Eres feliz? -preguntó Prabha Devi. -¿Hay alguien feliz? - respondió Akhila. -Depende -dijo Prabha Devi colocándose un mechón de pelo detrás de la oreja-. Depende de cómo se defina la felicidad. |
¿Qué les voy a decir?, se preguntaba Akhila. Y de repente no tenía importancia. Akhila supo que podía decir a aquellas mujeres lo que quisiera. Sus secretos, sus deseos y temores. A cambio, podría preguntarles cualquier cosa que se le ocurriera. No volverían a verse nunca más. |
Las cabezas desocupadas producen pensamientos vacíos. Pensamientos peligrosos -dijo su madre tristemente.
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Hacía mucho tiempo que Akhila no se vestía con colores brillantes y prefería ocultarse detrás de tonos polilla. Pero aquella mañana Akhila era una mariposa, vestida con tonos mágicos y alegre abandono. ¿Dónde está la polilla? ¿Por qué no pliegas las alas? ¿Por qué no sigues intentando aparentar que tú y la madera sois una misma cosa? ¿Por qué no te ocultas entre las cortinas?, preguntaban los ojos de Padma.
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Akhila es una de esas mujeres. Hace lo que se espera de ella; de lo demás sólo sueña. Por eso colecciona sinónimos de esperanza igual que los niños coleccionan billetes usados. Para ella, la esperanza está entretejida con los deseos no satisfechos.
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Siempre he creído que el cambio es posible, sin importar la edad que una tenga ni las condiciones en las que viva. De hecho, creo que el cambio y la esperanza están relacionados. Que si no hay esperanza, no hay cambio. En este sentido, este libro fue una especie de advertencia de que una tiene derecho a cambiar, como una tiene, también, derecho a esperar.
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Hace veintiún años, al subir a la litera del compartimento de mujeres de un tren que iba de Bangalore a Madras, descubrí un mundo inesperado. Una vez cerrada la puerta y encendida la lámpara azul de noche, las mujeres de mediana edad que viajaban conmigo en el compartimento iniciaron una conversación que me mantuvo cautivada en mi lecho. Era una conversación sin tapujos sobre suegras, nueras, maridos, sirvientes, sueños olvidados y ambiciones aparcadas; sobre miedos secretos y posibilidades por explorar. La combinación del espacio confinado y la confianza que da el anonimato, puesto que entre ellas nos e conocían, convirtió aquel compartimento en un confesionario. La candidez, la subversión, la fuerza sutil y el coraje de aquellas mujeres inspiraron El vagón de las mujeres.
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Gregorio Samsa es un ...