—¿Cómo sabe dónde vivo? —le pregunté yo en cuanto el taxi se puso en marcha. —Lo he visto en su contrato, señorita Clark —me contestó cruzándose de brazos—. ¿Qué hacía trabajando hasta tan tarde? —Ponerle difícil mi despido. ¿Había dicho eso en voz alta? Apenas lo conocía, pero sabía que no debería provocarlo y esa frase era como mostrarle un capote rojo a un toro. |