Aunque diga fresas

Aunque diga fresas. Fue por mera casualidad que este libro llegara a mis manos, cuando un amigo decide darme sus viejos libros de secundaria, y le agradezco infinitamente. Al principio no comprendí la relación del título con el argumento de la historia. Creí que a medida que leyera, seguro a media historia, por sí sólo se desvelaría… y no fue así. Tuve que esperar a terminar el libro y decir como una tonta en mitad de la noche «Aaaaaaaaah, duuuh» y eso sólo aumentó toda la simpatía que fuí construyendo por el libro a medida que me fui sumergiendo en la historia.

Ayelén es obligada a mudarse a España por sus padres. Está furiosa por ello y decide dejarlo bien en claro rehusandose a hacer amigos, a relacionarse de cualquier forma para que sus padres comprendan que nunca se va a adaptar, y nunca le va a gustar ese lugar, así no tendrían más opción que mandarla de regreso a Buenos Aires. Lo logra, por un tiempo. Hasta que es testigo de una extraña apuesta entre dos de sus compañeros de clase: Sergio, que es madrileño y José que es colombiano. Estos acuerdan intercambiarse las vidas por completo al estilo la Princesa y la Plebella. A todos les parece un juego gracioso e inocente en un principio, pero al final los terminó arrastrando (a todos los involucrados) por un camino peligroso.

Primero pensé que este libro me iba a aburrir muchísimo. Que sería un súper cliché y que las iba a ver venir todas desde un principio.

Fue todo lo contrario.

Ni siquiera la forma en que está narrado me resultó predecible. Fue algo que me gustó: que me sorprendiera positivamente desde que lo comencé. Que sintiera a los personajes reales. Personas como las que cualquiera, como las que yo podría encontrarme, relacionarme y ser su amiga.

Encontré diversidad de personajes, hilaridad en ciertas situaciones (es que bueno, si ya es un chiste lo que da pie al desarrollo de la historia, no podía esperar menos), también encontré algunos personajes con sus líneas de películas ensayadas, pero me parece que eso fue a propósito, para darle algo de comicidad y así.

Lo que menos me gustó es que se omitieron detalles jugosos y personales de dos personajes en particular, pero eso también está justificado, relacionado por completo con la forma en que decidió narrar la autora este maravilloso libro.

La conclusión que queda de esta novela juvenil es simple y llanamente que me gusta. Fue fácil comenzarla y terminarla cuando me resultó atrapante desde que lo tomé de mi librero.

Me cayó muy bien Ayelén y en general todos los jóvenes: cada uno tiene una personalidad definida que se va acoplando con los demás para formar el grupo que queda en el desenlace.

En cuanto a los adultos, la familia de Sergio que siempre está al pendiente de él encontraste con el papá de Claudio, quien está más concentrado en resolver sus propios problemas. La familia de Ayelén que busca lo mejor aunque eso implicó dejar todo en Argentina.

Novela muy recomendable para los pubertos, les puede parecer atractivos los temas de pertenencia y búsqueda de amigos, además de cómo aceptar los cambios en los que no pueden opinar