Los zapatos rojos

“Había una vez una niña muy fina y delicada que en verano iba siempre descalza, porque era pobre, y en invierno tenía que usar pesados zuecos, y los tobillitos se le enrojecían horriblemente”.
Al hablar de cuentos clásicos siempre vienen a la mente tres nombres: los hermanos Grimm, Charles Perrault y Hans Christian Andersen. Ellos han dado vida a relatos que, con el paso del tiempo, se han ido convirtiendo en algo más que cuentos para niños: en todo un clásico.
"Los zapatos rojos" (o también, "Las zapatillas rojas") fue escrito por Hans Christian Andersen en 1845 incluyéndolo en el primer tomo de su colección "Nuevos cuentos de hadas", siendo posteriormente reeditado en 1850 y 1863. Quizá, junto con "La sirenita", "El patito feo" y "La fosforera" sea uno de los cuentos más populares y famosos de este autor danés. Es un relato que ha tenido múltiples reediciones y versiones.
Esta es una hermosísima edición de Impedimenta, con unas ilustraciones inmejorables de Sara Morante.
Aunque hoy en día los cuentos (sobre todo los clásicos) estén orientados al público infantil no lo fueron así en su día. La gran mayoría fueron redactados para el público adulto y no eran, ni son, meras historias de brujos y hadas. En el caso de los zapatos rojos, se expone el tema de la vanidad, la cual se transforma en una condena para la protagonista.
“Entró bailando en el cementerio, que estaba abierto; pero los muertos no bailaban, tenían mejores cosas que hacer en vez de bailar. Quiso sentarse sobre una pobre tumba donde crecían hierbajos, pero para ella no podía haber descanso ni reposo, y cuando se dirigía hacia la puerta de la iglesia, siempre bailando, vio un ángel con largos ropajes blancos y alas, que la cogió de los hombros y la tiró al suelo. Su rostro era severo y serio, y llevaba en la mano una espada muy ancha y resplandeciente: -¡Bailarás!- dijo - ¡Bailarás con tus zapatos rojos hasta que te quedes pálida y fría! ¡Hasta que la piel se te quede pegada a los huesos como en los esqueletos! ¡Bailarás de puerta en puerta, y donde vivan niños orgullosos y presuntuosos llamarás a la puerta para que al verte se asusten! ¡Bailarás, bailarás…!”
Puede que hoy nos resulte exagerado el relato de Hans Christian Andersen pero debemos enmarcarlo dentro de su época: el siglo XIX y en la sociedad a la que pertenecía: la danesa, bastante marcada por el luteranismo más convencional y puritano que ve maldad en unos zapatos rojos. Las ilustraciones nos lo muestran claramente: unos personajes vestidos de negros, reflejando una sociedad recta, puritana y virtuosa. Quizás la protagonista, Karen, pretende romper con este esquema social tan rígido, simbolizado por el rojo de los zapatos, pero no lo logra, pagando muy caro por su coquetería.
Me ha encantado releer este clásico y volver a esos memorables comienzos de “había una vez….”