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Crítica de Inquilinas_Netherfield


Inquilinas_Netherfield
10 January 2020
El año pasado os traje al blog El secreto de la caja de sándalo, un pastiche serio y honesto de Sherlock Holmes que respetaba casi al pie de la letra el canon holmesiano y que para mí supuso un gratísimo descubrimiento. Su autora era (es) Ana Trigo, quien, aunque ya había publicado con editoriales, se lanzaba al mundo de la autopublicación con esa nueva aventura basada en los personajes de Arthur Conan Doyle. Este año Ana ha publicado Yo maté a Rebecca Blackwood, una novela de misterio, fantasmas y secretos donde, tal y como reza la propia cubierta, nada es lo que parece.

La narración tiene lugar a lo largo de un solo día, el 31 de octubre de 2019. La mañana de ese día nos enteramos de que a medianoche se cumple el plazo que establece la ley para dar por muerta a la chelista internacionalmente famosa Rebecca Blackwood, desaparecida tres meses antes cuando cayó al mar y cuyo cuerpo jamás ha sido encontrado. Si al finalizar el día su cuerpo sigue sin aparecer, se certificará su fallecimiento y su marido, el famoso actor Álvaro Tristán, pasará a ser su viudo y heredará su fortuna. Sí, solo queda un día... pero Álvaro se levanta con la noticia de que han encontrado un cadáver en aguas de Menorca. Hay que identificarlo, pero la zona es la misma en la que desapareció Rebecca. Ya es mala suerte, justo el último día... y es que no os lo he dicho: Álvaro es el principal sospechoso de la desaparición y más que probable asesinato de su mujer. Él clama su inocencia, solo queda un día para que todos (policía, familia de Rebecca, los del seguro) dejen de atosigarle y le permitan seguir con su vida, pero la aparición del cuerpo le va a obligar a dar explicaciones una vez más, solo que esta vez será diferente. Muy diferente, porque se juega mucho en esas últimas horas antes de que llegue la medianoche. Y eso por no hablar del perfume de Rebecca, que de vez en cuando inunda la casa, de las subidas y bajadas de electricidad sin motivo alguno, de ese violonchelo Stradivarius sobre el que recae una maldición que de repente comienza a sonar por toda la casa y se detiene de manera igualmente abrupta... Sí, a Álvaro se le va a hacer muy largo este 31 de octubre...

Nada más comenzar la lectura me vinieron dos cosas a la cabeza. Una es el homenaje más que evidente a la Rebecca de Daphne du Maurier, que empieza por el nombre y se extiende hasta su desaparición en el mar y su eterna presencia en el resto de la narración y la historia. Esta Rebecca, al igual que la clásica, no es un personaje activo en la novela, solo se habla de ella en pasado, pero todo gira en torno a ella y tanto su vida como su presumible muerte son las que marcan el compás de la historia. La otra cosa es menos obvia y no intencionada por parte de la autora, pero no pude evitar ver la similitud entre el modo en que desaparece Rebecca Blackwood en el libro y el modo en que murió la actriz Natalie Wood en 1981, un supuesto "accidente" del que fue (y en cierto modo sigue siendo, porque jamás se resolvió) sospechoso su marido, el también actor Robert Wagner. Pero ya digo que esto último es más fruto de tener en la cabeza misterios de estos hollywoodienses sin resolver... una que es muy cinéfila y muy coti-coti de estas cosas :)

En cualquier caso, una vez nos adentramos en la narración hay que olvidarse de homenajes y ecos porque Ana Trigo cuenta su propia historia, una historia que resulta difícil clasificar en un género concreto pero que tiene misterio, pinceladas góticas, toques sobrenaturales, secretos y un crimen en la base de todo. Ah, y un final simplemente fantástico... pero a eso llegaré luego :)

En esta historia queda claro desde el principio que si queremos resolver el misterio de la desaparición y más que posible fallecimiento de Rebecca, tenemos que conocer a la propia Rebecca, y para eso la autora tira de dos fuentes: la declaración de Dolores Cardán, ama de llaves de la familia Blackwood, que nos descubre la historia de Rebecca desde que era una niña hasta que se convierte en una virtuosa del violonchelo famosa en todo el mundo, pasando por el momento en que conoce a su futuro marido, Álvaro Tristán, un actor con muchas ínfulas que no es ni remotamente tan bueno como él cree. Por otro lado la declaración del propio Álvaro desde que conoce a Rebecca hasta el momento en que ella desaparece en aguas de Menorca cuando ambos navegaban junto a la secretaria de ella, pasando, claro está, por los años de matrimonio, su declive en su carrera como actor, sus deudas y lo que suponía estar casado con una mujer del renombre de Rebecca Blackwood. Voy a omitir el escenario en que se producen estas declaraciones, la escenografía concreta que crea la autora para ello, porque más vale acercarse a la lectura con el lienzo lo más blanco posible.

Sí os puedo decir que a partir de aquí es cuando empieza el juego, porque el lector se enfrenta a dos versiones muy distintas de Rebecca: la que da su familia, los que la conocen desde niña y dibujan a una mujer generosa, empática y llena de talento, y la que da el propio Álvaro, que no deja muy bien parada a su mujer y pinta a una Rebecca diva, egoísta y mimada. Así se va desplegando ante nosotros una Rebecca duplicada como personaje y como mujer, mientras los minutos del día avanzan, el plazo para resolver el misterio se termina y una terrible tormenta descarga sobre Madrid su furia, creando el ambiente apropiado para una narración que no sabemos hacia donde nos va a llevar. ¿Qué Rebecca es la verdadera, la que describe su familia o la que describe Álvaro? ¿O es una mezcla de ambas? ¿Son reales todos los sucesos extraños que ocurren en casa de Álvaro o producto de su imaginación? ¿El cadáver aparecido es el de Rebecca? ¿Está Rebecca realmente muerta? Y si está muerta, ¿es Álvaro su asesino o cayó al mar por accidente?

Como veis, muchas preguntas, y todas, absolutamente todas, quedan respondidas. Y es que os decía antes lo del fantástico final, y lo reafirmo. Ana Trigo se marca un final no solo cerrado y sin fisuras, como debe ser en cualquier novela de este tipo, sino sorprendente. A mí me pilló con el pie totalmente cambiado, y eso me pasa tan pocas veces que solo puedo felicitar a Ana por lo bien, tremendamente bien, que está gestionada la información que proporciona el libro. Todo está ahí, a la vista, pero tampoco se lo regala al lector. Por eso resulta un cierre totalmente coherente con lo leído hasta ese momento, sin trampa ni cartón, pero logrando al mismo tiempo dejar ojiplático al lector (sí, ojiplático es la palabra que mejor lo define). Yo sonreí al finalizar el libro, no os digo más: es lo que tiene disfrutar de una historia y que el final sea tan satisfactorio.

Por otro lado, y esto es algo que ya estaba muy presente en El secreto de la caja de sándalo, la autora vuelca mucha información muy, muy interesante relacionada con su área profesional y sus amplios conocimientos sobre arte, música y antigüedades. al final del libro habla de cómo surgió el Bartok Azul, el violonchelo Stradivarius del que os hablo más arriba y que, aunque es producto de la imaginación de la autora, surge de la combinación de dos instrumentos musicales que sí son reales: el chelo Duport y el violín Mendhelson. No os voy a contar la historia de estos instrumentos, para eso hay que leer el libro y luego leer estas notas de la autora, pero quien me conoce bien sabe que, dentro de que no tengo formación en ello y soy una simple aficionada, siento fascinación por los instrumentos Stradivari. La primera vez que vi un Stradivarius en persona (fue en Florencia) me tiré diez minutos delante de la vitrina con cara pocha y ojos vidriosos, y a mí estos detalles en un libro me llegan mucho. Ana sabe de lo que habla, se transmite perfectamente sobre el papel, y estas implementaciones sobre arte, música, antigüedades, casas de subastas, etc... empiezan a fomar parte de su marca de autora, que a partir de ahora llamaré "marca Trigo", porque no dudo que de un modo u otro seguirán apareciendo en futuribles publicaciones suyas.

Termino señalando lo obvio, que lo ideal hubiese sido colgar esta reseña dentro de unos días, el mismo 31 de octubre, porque no solo está ambientada ese día sino que se presta a esa fecha spooky en especial por varios de los elementos que combina, pero me resulta imposible porque toda la semana que viene toca reseñar clásicos para Halloween. Aun así es una lectura ideal para esa fecha, y os aseguro que el libro vuela en las manos. Yo lo leí en dos tardes y tiene más de 300 páginas: una vez que empiezas tienes que enterarte de qué pasó con Rebecca, sí o sí... y de otras cosas :)
Enlace: http://inquilinasnetherfield..
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