Lo que callan los muertos

Nuestra protagonista Gracia San Sebastián ha dejado un trabajo exitoso pero muy estresante en Nueva York tras haber perdido de forma trágica a su hijo Martin, de tan solo tres años. Ha vuelto a su ciudad natal, Oviedo, donde quiere rehacer o más bien intentar rehacer su vida, que en lo personal y con su marido Jorge, está bastante tocada. Cada uno ha llevado el duelo a su manera y eso los está alejando cada vez más.

En su anterior vida se dedicaba a jugar con valores en bolsa, hasta extremos que a ella le resultaban casi delictivos, así que ahora en ese cambio radical ha decidido irse por lo más legal y ahora se dedica a investigar fraudes a la Seguridad Social, que no es moco de pavo. Hay mucho listo suelto y en este caso ella está tras la pista de Marcelo, un militar del ejército de aviación franquista. Se trata de un buen pellizco y la edad no le cuadra, la longevidad es excesiva, ciento doce años; no ha sido asistido por el médico en treinta años y ha aprendido a manejarse con internet a una edad muy avanzada, hay un tufillo a estafa demasiado fuerte. de tratarse de un fraude, que es lo que parece, es bastante gordo.

En ello está, en pleno ajetreo laboral, cuando recibe varias llamadas de su Adela, su madre, y cuando le coge el teléfono la escucha, es todo un torrente de pensamientos ya que está en shock, y no es para menos, su vecina se ha suicidado esa misma mañana, y todos están conmocionados.

Sofía, la Impugnada, ya averiguaréis a qué se debe ese peculiar mote, se ha tirado desde un sexto piso con una orden pegada en su falda, que la tapen antes de que la vea su hermana Carmina. Nadie en el edificio se puede creer que haya sido un suicidio porque era una mujer entera y peleona que cuidaba de su hermana Carmina y su sobrino Ernesto, ya muy crecidito.

A Gracia también le sorprende mucho la noticia, y por casualidades de vecindad, se irá enterando de novedades de mano de los cotilleos de su madre, un personaje que nos sacará más de una sonrisa con su forma de ser, y nos hará salivar con los platos con los que agasaja a su familia.

El lugar donde está empadronado Marcelo es una casona en pleno centro del tapeo ovetense, entre el M-AsturBar y la Tapilla Sixtina, y es en este último bar donde encuentra un pequeño hilo del que tirar. Hilo que se irá convirtiendo en madeja cuando vaya a consultarle a una monja, antigua amiga de la familia, Sor Florencia, que es una enciclopedia viviente de vecinos y familias.
Alternando los dos casos, uno de carácter laboral, y el otro por curiosidad, va dando forma a lo que es una historia familiar llena de nubes y sombras. La ayudita que le supone el reencontrarse con una antigua compañera de colegio, Geni, y su marido Rafa Miralles, el comisario encargado del caso de suicidio, hará que todas las piezas encajen.
Un libro que se lee muy bien, que tiene una ambientación impecable, personajes muy característicos de gran personalidad y que vais a disfrutar casi seguro. Una autora a la que seguir la pista porque estoy convencida de que conseguirá brillar. Una novela muy recomendable.
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