Antonio Altarriba como guionista y Keko como ilustrador, han hecho un trabajo excepcional en la realización de esta novela. La idea del asesino en serie movido por la necesidad y el deseo de expresar su sentimiento artístico ha sido interesante y acertada. La personalidad del protagonista, un tanto misántropa y huraña, contrasta con su trabajo y expresividad en los eventos sociales. Dentro de estas páginas se descubren tanto artistas literarios como pintores poco valorados relacionados con la crueldad y la violencia. La mezcla de negro, blanco y rojo transmite la mezcla perfecta de brutalidad y elegancia, acorde con la pluma de Altarriba. El desenlace final, aun así, no ha resultado tan satisfactorio y es probable de que el lector quede con ganas de algo más impactante como golpe de gracia.
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