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Conociendo la amplia obra de Isabel Allende, abrir esta novela supone reencontrarse con una voz familiar, que te lleva como sin querer a viajar por distintas geografías de la mano de personajes inolvidables. Isabel normalmente no decepciona, y este caso, el título era muy prometedor. Con la metáfora “Largo pétalo de mar”, tomado de unos versos de Pablo Neruda, se alude a la peculiar geografía de Chile, el que será país de acogida de los protagonistas, exiliados tras la Guerra Civil española. La novela nos permite recorrer, con unas cuantas pinceladas históricas que enmarcan la larga vida del personaje protagonista, Víctor Dalmau, los principales acontecimientos del siglo XX, desde la Guerra civil española hasta el golpe de Estado en Chile (una realidad contada varias veces por la autora, y que nos recuerda mucho a La casa de los espíritus). Además, te lleva de unos personajes a otros, tejiendo vidas, que quedan permanentemente en el recuerdo. Es la historia de una familia, pero también es la historia de la humanidad, en una continua búsqueda de la libertad y la identidad. Personalmente, considero que la novela gana mucho cuando los personajes cruzan el Atlántico. Se aprecia un cambio narrativo cuando la historia recala en la geografía chilena, tan amada por Isabel. al contar las peripecias y características de la familia del Moral, esa familia chilena que acoge en primera instancia a los refugiados a través de Felipe, la palabra de Isabel se suelta, se siente cómoda en las descripciones, que están llenas de fuerza y credibilidad. Uno de sus grandes logros son precisamente sus rápidos y certeros retratos de personajes. Con dos pinceladas traza toda una personalidad y una vida. Además de la familia del Moral, aunque personaje secundario, destaca la figura de Pablo Neruda. El poeta chileno sobrevuela la larga vida de los protagonistas. Se convierte en salvador como organizador del viaje que habría de salvarlos en el exilio a través del Winnipeg y volvemos a verlo como centro de la vida cultural chilena en varios momentos de la historia. Además, sus palabras igualmente pueblan toda la novela, desde la metáfora del título, pasando por las citas al inicio de cada capítulo en un claro homenaje de Allende. Sin duda recomendable esta novela en la que de nuevo Allende toma como punto de partida uno de esos acontecimientos vibrantes en la Historia, pero que sobre todo convence por sus retratos auténticos y sus historias llenas de fuerza. |
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