La ciudad de las Bestias

El camino de la selva
Alexander Cold un muchacho americano de quince años vive su vida con normalidad hasta que su madre enferma. En ese momento, parece que todo se desmorona y más aún cuando su padre decide que se vaya con su abuela Kate a un viaje al Amazonas durante la estancia de la madre en el hospital. Así comienza la aventura de Alex que aprenderá a superar los límites de su mundo.
Con un comienzo dramático, la historia nos embarca en el descubrimiento del mundo desconocido de las tribus del Amazonas. de la mano de nuestro protagonista y sus acompañantes, podremos conocer a través de un realismo mágico muy trabajado el choque cultural entre el supuesto evolucionado mundo occidental y el supuesto retraso evolutivo de las culturas del Amazonas.
Para ello la autora nos ofrece una trama que intenta ser progresiva en nuestra inserción desde la civilización hasta el mundo no civilizado, pero que, bajo mi opinión no termina de conseguir. Sin embargo, una vez que llegamos al punto de partida dentro de la selva esta se mantiene con una buena tensión, donde encontraremos llanos narrativos, porque es lo normal; momentos de introspección y maravillas. Todos los ingredientes, como decíamos para que el mundo de Jaguar y Águila se configure en toda su extensión.
Problemáticas occidentales
Sin embargo, a pesar de que la historia tiene su encanto y su fascinación, los temas de los que trata no terminan de encajarme bien. Por un lado, podremos encontrar cierta concepción de la muerte como algo natural, pero tampoco algo a lo que haya que someterse y ya está si tiene remedio. En este sentido, creo que el tema está muy bien tratado y que la autora da espacio al lector para darse su propia opinión y así sucede, también, con otros temas como el de la amistad, la honestidad, etc. Es decir, aquellos valores que se dirigen directamente al público objetivo, en este caso el juvenil, están muy bien perfilados.
Pero, como decía, no todos son de mi agrado y quiero pensar que los que voy a citar a continuación no son de la autora, sino un pequeño accidente literario. Los conceptos de civilización y evolución bajo mi punto de vista están llevados desde una perspectiva regulera. Una de las luchas que ha tenido la antropología, los estudios antropológicos, etc., es que se considere que los pueblos indígenas de cualquier parte del mundo no han evolucionado y son incivilizados. Esta postura en el siglo XIX era eurocentrista y a día de hoy es dejar patente la consideración de que la cultura occidental es el punto de partida para juzgar, medir, a las demás.
En la novela, quizá el concepto de civilización no sea tan negativo, ya que es cierto que, aunque en un principio sí que se refiere que las tribus son salvajes, como sucede con el personaje de le Blanc, es cierto que al final se produce un giro donde esta opinión algo cambia, aunque hay ciertos acontecimientos que nos dejan un sabor agridulce en esta conclusión. Sin embargo, la idea de que nosotros estamos más evolucionado no es solo que aparezca, sino que se repite una y otra vez con diferentes justificaciones, sin sátiras de por medio ni cuestionamientos, ya que será nuestro propio protagonista quien nos ofrezca esta perspectiva. La novela nos ofrece así una historia de «la evolución» desde el mundo occidental hasta el supuesto primitivo como ejemplo del buen salvaje que está en comunión con la naturaleza. Y el hecho es que en la obra se nos muestra que la cultura de las tribus es mucho más compleja y que tiene un porqué y un para qué; pero su mezcla con unas pseudoexplicaciones de la evolución física de las criaturas hace que la idea quede ciertamente desvirtuada. Creo sinceramente que la autora ha intentado que el choque cultural sea patente, pero no termina de rematar la realidad de la cuestión. Y sepamos una cosa, hay magia sí, pero también se llama realismo.
Un último apunte
Decíamos antes que la trama está bien elaborada y es cierto, sin embargo cabe reconocer que en el estilo hay momentos en los que, para mí ha flojeado. La transición por la que Alex habla con su padre y se le comunica que tiene que irse es un poco simplona y, la verdad, creo que se debe más a que el público es juvenil, pero son jóvenes, no simples. Así sucede también en ciertas partes de la travesía por el Amazonas. No obstante, en el resto de la novela, nos entretenga más o menos, encontraremos un estilo depurado y que se sigue con total libertad y facilidad.
De niños y bestias
Si lo pienso fríamente, no me arrepiento de haber leído la novela; me ha permitido conocer la pluma de la autora y, al final, la historia y sus personajes entretienen mucho. Alex es un joven con un mundo por descubrir que comienza a golpearlo y exigirle que se haga un sitio en él, Nadia será nuestra guía en el mundo natural, en su conexión, en su entendimiento. A nivel de estilo es cierto que tiene sus valles narrativos y sus fallos, pero es verdad que en las obras de viaje tiene que haber momentos de remando, donde los personajes se desarrollen.
¿La recomiendo? Sí, pero con las precauciones debidas, sobre todo en cuanto a los temas que he dicho más arriba. Más allá de eso, encontraremos una historia mágica, donde la naturaleza y la idiosincrasia del hombre de ponen sobre la mesa para que el lector sienta y considere. Espero que os guste.

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