Lo malo de esta novela es que, mientras la leía, me traía a la mente “Cien años de soledad”, por lo que no he podido evitar hacer comparaciones. La familia Macondo dejó una huella profunda en mí y era muy difícil superarlos. Pero salvando este inconveniente, tengo que decir que me ha gustado mucho. Los libros que despiertan en mi cualquier tipo de sentimientos son los que más me agradan. También me ha gustado que lo sitúe en un contexto histórico real porque a la vez que disfruto la lectura puedo conocer parte de la historia de un país. Y el realismo mágico me encanta cuando viene en su medida justa, como aquí.
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