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Esta novela cuenta dos historias: la de Eva Luna y la de Rolf Carlé; historias que al final terminan por entrelazarse. Isabel Allende tiene una narrativa muy propia, un dominio de las palabras que consigue atrapar desde la primer frase. En dichas historias uno se encuentra con una variedad de personajes estrafalarios con los que es muy fácil empatizar, aunque quizás en ocasiones esto no sucedía con la protagonista; con Eva Luna pude relacionarme sólo en algunos aspectos, como con su pasión por contar cuentos y la escritura (por eso decidí leer "Cuentos de Eva Luna" enseguida), mientras en otras me costó comprender el porqué de sus acciones o qué sentía. Hubiera querido que se explicara, o quizás tengo que releerlo, porque puede que lo haya pasado algunas cosas por alto. Con Rolf Carlé me pasó todo lo contrario, ya que llegué a comprenderlo más fácilmente. Tal vez es porque sus capítulos estaban escritos en tercera persona y los de Eva en primera, por lo que se puede contemplar todo desde un punto de vista externo al narrador. Mientras todo esto transcurre, se narran todos los hechos que acontecen en el país, que de una forma u otra influyen en la vida de los protagonistas, y es bajo una serie de acontecimientos que transcurren que lleva a Eva a concebir la idea de liberar a los presos políticos utilizando la "materia universal", y es en medio de todo ello que conoce a Rolf y donde se desarrolla el final de la historia. Esta novela tiene ese claro sello de Allende. No es de mis favoritas, pero es entretenida de leer. |
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