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Críticas sobre La guerra no tiene rostro de mujer (31)
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ihortal
 10 October 2023
Lectura recomendada por mi amiga Tex hace ya unos años, que se quedó en la lista de pendientes hasta que un día de casualidad lo vi en la librería y me decidí a comprarlo. Ahora por fin le ha llegado el turno, y la sorpresa ha sido mayúscula, no me esperaba para nada lo que me he encontrado.

La autora (Premio Nobel de Literatura en 2015) cuenta al inicio de este ensayo cuál es su método de trabajo, que consiste en buscar documentación y contactar con las personas que vivieron determinados momentos históricos, en este caso la IIª Guerra Mundial. Cuenta que necesita de mucho tiempo para conseguir sacar esas “voces” que parecen ser la base de su estilo y que son básicamente los testimonios sinceros de las personas, a los que puede llegar gracias a dedicar tiempo y ponerse en el lugar de sus entrevistadas, a las que les cuesta en menor o mayor medida sacar a la luz sus recuerdos.

Para crear esta obra entrevistó a muchísimas mujeres que participaron activamente en aquella guerra, ya fuera como parte del equipo sanitario, de transmisiones, partisano o primera línea de batalla. Por aquel entonces, estas supervivientes tenían entre 16 y 20 años, y el amor por la Nación que les había sido inculcado al igual que a los hombres y su determinación fueron los detonantes de su decisión de participar. Sus declaraciones ponen los pelos de punta, hay en su relato una verdad (quizás más humana) que yo no había visto hasta ahora en los relatos bélicos, más centrados en la potencia armamentística, la valentía o el resultado.

Ellas hablan del olor y el color de la guerra (un rojo que muchas no querrán volver a ver en sus vidas), del impacto real de la muerte en su cuerpo (mutilaciones o lesiones en el corazón causadas por el impacto de las bombas) y en sus sueños (visiones de muerte que continúan en su vejez), de la ayuda a los heridos independientemente de su bando (los alemanes también eran jóvenes como ellos), de la regla que se retira definitivamente o las molestias de no tener ropa interior femenina (y dejar tu rastro en la nieve), de su deseo de seguir siendo mujeres a pesar de estar en un contexto como aquel (poder rizarse el flequillo o tener ropa de recambio), de la dificultad de compartir espacios con hombres (a menudo eran acosadas en las covachas, no podían lavar su ropa quedándose desnudas delante de los hombres como hacían ellos)…y también de su complicada vuelta a la realidad después de la guerra, tremendo que los hombres fueran héroes de guerra mientras ellas eran tachadas de putas y los hombres no las querían como esposas por haber visto aquellos horrores (a pesar de haber sido durante la guerra sus “hermanitas” y compañeras de batalla).

No puedo describir el impacto que ha tenido en mí esta lectura, creo sinceramente que todos deberíamos leer lo que nos transmite Alexiévich en su obra, incluso debería formar parte de las lecturas obligatorias cuando se estudia la guerra en los institutos. Indispensable.
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Nuryta
 08 July 2023
La autora nos presenta una serie de relatos de la II Guerra Mundial que nos harán llorar, reir, soñar, suspirar y ante todo reflexionar. Un buen grupo de mujeres de origen soviético explican su visión y sus experiencias totalmente humanas, de mujeres que sienten ante todo un gran amor y responsabilidad por su Patria, así como por su familia, sus amigos y compañeros.

Mujeres que se manifiestan fuertes y valerosas, a pesar del miedo que puedan sentir. Que desempeñaron múltiples roles en la guerra, fueron enfermeras, cocineras, conductoras, operadoras de teléfono, pilotos, francotiradoras, partisanas, espías y mucho más. Como mujeres, además, fueron amigas y sostén de los hombres soldados. Igual que ellos al terminar la guerra, se llevaron los traumas y pesadillas a sus casas, pero se vieron en la obligación de “volver a ser mujeres” y olvidar que alguna vez estuvieron en la guerra, porque su papel debía ser el de madres y esposas.

Un libro fuerte pero necesario, para hacer valer el papel de estas mujeres que durante años debieron callar, que aún no se creen que ahora puedan hablar de lo que vivieron y sintieron, pero que alzan la voz, para que el mundo lo sepa.

Excelente lectura, muy recomendada.
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adbana9
 18 June 2023
La guerra no tiene rostro de mujer es un cóctel de emociones, por una parte ha sido uno de los libros más duros de leer que he tenido entre manos, los relatos son tan duros que tuve que parar en varias ocasiones porque me sobrepasaban.
Pero por otro lado, es una novela que te sorprende, que te enriquece y que te muestra una realidad nunca hablada. Se habla del sufrimiento de todos los hombres que fueron a la guerra y que tuvieron que luchar, pero y las mujeres? también tuvimos un papel muy importante y son las grandes desconocidas de esta historia.
Lo recomiendo al 100%, todas las mujeres que nos presenta este libro se merecen ser conocidas y reconocidas en una de las etapas más escalofriantes de la historia.
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Guille63
 07 March 2023
“Me dan pena los que leerán este libro, y los que no lo leerán también…”

Me da algo de apuro, es tal el horror que aquí se recoge, tan conmovedor, tan fascinante la forma collage de expresarlo a base de las voces de sus propias protagonistas, que me parece casi un delito confesar que, después de las maravillas que para mí fueron «Voces de Chernobil» y, sobre todo, «El fin del homo sovieticus» , este me ha dejado a medias.

“Deja de recordar la guerra para recordar su juventud. Un fragmento de su vida… Hay que atrapar ese momento. ¡Que no se escape!”

El gran acierto de la autora fue encontrar esa forma distinta y potente de contar una historia, una forma que aquí estrenó y que perfeccionó en sus siguientes libros: centrarse en el relato de sus protagonistas, en los sentimientos de aquellas mujeres jóvenes que se alistaron en el ejército ruso en la Segunda Guerra Mundial. Una perspectiva nueva que no era una mera búsqueda de originalidad.

“Los hombres se ocultan detrás de la Historia, detrás de los hechos; la guerra los seduce con su acción, con el enfrentamiento de las ideas, de los intereses…mientras que las mujeres están a expensas de los sentimientos… Sus recuerdos son distintos, su forma de recordar es distinta.”

El problema del libro, o la causa del problema que en él encontré, es que fue escrito en 1985, 6 años antes de la disolución de la U.R.S.S., y, aunque la edición incluye algunas de las partes prohibidas por el censor, creo que el libro adolece de una profunda autocensura por parte de la autora y también de las mujeres que se prestaron a la entrevista. Una autocensura sin la que, seguramente, no hubiera podido ver la luz en aquellos tiempos, lo cual fue posible gracias a Gorbachov y su glasnost que permitió que en el libro se trataran, aunque a veces muy de pasada, ciertos aspectos de la guerra que hasta ese momento habían sido un tabú inabordable.

“Con diecinueve años me entregaron la Medalla al Valor. Con diecinueve se me quedó el pelo blanco.”

Así, el libro se ocupa en su mayor parte de glosar, por un lado, el horror de la guerra, el sufrimiento que supuso para la población rusa y especialmente para sus soldados y aún más especialmente para las mujeres soldados; en segundo lugar, y a veces de una forma un tanto reiterativa, el valor, el amor a la patria y el espíritu de sacrificio de las mujeres, tanto de las que se quedaron como, principalmente, de las que se alistaron dejando atrás a padres, madres y en ocasiones a sus propios hijos; también hubo madres que se los llevaron consigo al unirse a los partisanos y quien llegó a utilizarlos en sus operaciones, eran un buen camuflaje, quién iba a sospechar de una madre con su hijito en brazos.

”Ay, nenas, qué puñetera fue esa guerra... Vista con nuestros ojos. Con ojos de mujer... Es horrenda. Por eso no nos preguntan...”

También hay un gran espacio en el libro dedicado a comentar lo chocante que fue el encuentro de esas mujeres con el ejército nada preparados para su incorporación.

“¿Me preguntas que qué es lo más espantoso de la guerra?... Crees que te voy a responder: «Lo más espantoso de la guerra es la muerte». Pues te voy a decir otra cosa… Para mí, lo más terrible de la guerra era tener que llevar calzones de hombre.”

“Yo había guardado a hurtadillas unos pendientes, me los ponía de noche, antes de acostarme...”

“Los soldados se burlaban de cómo sujetábamos los fusiles. No lo hacíamos de la manera en que se suele sostener un arma, sino… Igual que cogíamos a nuestras muñecas...”

Comentarios que sirven de respiro entre las partes realmente duras, como leer que muchas de ellas se alistaban al ejército por amor a la revolución y a Stalin, aun cuando padres o maridos suyos habían sido duramente represaliados por el régimen (más de una se alistó para poder demostrar a sus vecinos y al partido que eran buenos comunistas). Había quién fue a la guerra entregada por sus propios padres, y muchas otras lo hicieron por vengar las barbaridades que los alemanes perpetraban a su paso por las aldeas rusas. La mayoría simplemente se dejaba llevar por la euforia del momento, su juventud, su ignorancia, su idealismo, su amor a la patria.

“En la escuela nos enseñaban a amar a la muerte. Escribíamos redacciones sobre cuánto nos gustaría entregar la vida por…Era nuestro sueño.”

De las barbaridades de los alemanes se dan algunos ejemplos aterradores, aunque no muchos, pero menos aún son los que se atribuyen al ejército soviético: apenas hay una o dos declaraciones sobre ello y siempre justificando la acción en una supuesta justicia o compensación.

“Los hombres llevaban tanto tiempo sin mujeres... y además, claro, el odio nos desbordaba. Entrábamos en un pueblo o en una aldea: los tres primeros días se dedicaban al saqueo y a... recuerdo a una mujer alemana violada. Yacía desnuda, en la entrepierna le habían metido una granada. Ahora siento vergüenza, pero en aquel momento no la sentí.”

Tampoco se habla apenas de los abusos que tuvieron que soportar las propias mujeres rusas.

“Allí solo había hombres, era mejor vivir con uno que temerlos a todos. Durante los combates no había para tanto… pero acabado el combate te acorralaban... de noche no había manera de salir de la covacha... allí hubo de todo porque nadie quería morir…De noche me despertaba agitando los brazos: repartía bofetadas, me quitaba de encima sus manos.”

En fin, una época horrorosa que, sin embargo, no logró matar la ilusión…

“Creíamos que después de la guerra, después de aquel mar de lágrimas, viviríamos una vida fabulosa. Una vida bonita. Después de la Victoria... Después del gran día... Creíamos que la gente se volvería buena, que nos amaríamos los unos a los otros. Que todos seríamos hermanos y hermanas. Cómo esperábamos ese día...”

… aunque no tardaría mucho en transmutarse en otro tipo de horror: tras la victoria final, muchos de los que volvieron fueron deportados a campos de concentración sospechosos de traición a la patria. No hay prisioneros en la guerra, hay traidores, decía el camarada Stalin.

“Haber vivido en los territorios ocupados, haber caído prisionero de guerra, haber pasado por los campos de trabajo en Alemania, haber estado en los campos de exterminio: todo levantaba sospechas. La pregunta básica era: ¿cómo habías salido con vida? ¿Por qué no habías muerto?”

Las mujeres, además, sufrieron un desprecio aún más horrible por parte de sus familias…

“Vete... Tienes dos hermanas pequeñas. ¿Quién querrá casarse con ellas? Todos saben que has pasado cuatro años en el frente...”

… y de la sociedad en general.

“Los hombres no abrían la boca y las mujeres... nos gritaban: “¡Sabemos lo que estuvisteis haciendo allí! Os insinuasteis a nuestros hombres con vuestros chochos jóvenes. Sois las putas del frente... Perras militares...”
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MeryJo
 21 February 2023
"La guerra no tiene rostro de mujer" es un libro duro, pero necesario.
Poco se nos cuenta sobre las guerras bajo el punto de vista de las mujeres que participaron en ellas y este libro rescata parte de esas voces, antes de que se apaguen.
La autora entrevista a mujeres soviéticas que durante la Segunda Guerra Mundial lucharon en primera línea contra los nazis, muchas de ellas se alistaron aún siendo niñas. Nos cuentan sus recuerdos mujeres francotiradoras, tanquistas, cirujanas, partisanas, pilotos de aviación, enfermeras y miembros de organizaciones clandestinas y nos cuentan con crudeza los horrores de la guerra, lo que fue estar en primera línea como mujer y también las dificultades encontradas una vez finalizada la guerra.
Parece ser que aproximadamente un millón de mujeres soviéticas participaron activamente en esta guerra, sin contar todas aquellas que participaron en los demás ejércitos.
La autora engancha con cada relato y alza la voz de estas olvidadas protagonistas.
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marta_lo
 21 January 2023
El trabajo intenso de la autora a la hora de recopilar información es sublime en este libro. Cartas, llamadas telefónicas, visitas a domicilios, festividades, organizaciones, museos… Svetlana Alexiévich recorrió la antigua Unión Soviética con la grabadora en mano para recoger las palabras de quizá cientos de mujeres y poder elegir de entre todas y crear este libro.

Aunque a veces la autora escribe cómo consiguió tal o cual información, o narra la situación emocional por la que pasaba al ser testigo de lo vivido por otras personas durante la Segunda Guerra Mundial, este libro está narrado realmente por un coro de voces femeninas, cada una preciada e importante.

En su gran mayoría, la autora nos dice el nombre y apellidos de cada mujer y su papel en la guerra (soldado, cocinera, zapadora…), pero en algún caso ha tenido que mantener en el anonimato de algunas, ya sea por miedo o por vergüenza. Porque después de luchar por su país contra los nazis alemanes, la situación fue distinta para los hombres que para las mujeres: mientras que a ellos se les recibía con todos los honores, ellas eran castigadas con el estigma de no ser reconocido su trabajo y de no ser consideradas buenas mujeres por haberse dedicado a la defensa del país. Muchas no pudieron casarse después, y vivieron en pisos compartidos, ya que fueron echadas de sus hogares por sus propias familias.

Es sorprendente también cómo ellas mismas cuentan cómo sentían que era un honor y una obligación el defender a su país, cómo desde pequeñas en casa y en la escuela se les enseñaba a todos a servir a su país por encima de sus propios deseos.

Svetlana Alexiévich ha ganado numerosos premios internacionales por sus obras, ya que da la oportunidad de hablar a quien nunca ha tenido voz. Resulta inquietante que la percepción de la guerra que todos tenemos, hayamos o no vivido una, sea a través de la mirada masculina y se haya obviado la femenina, por eso es tan importante la obra de esta gran mujer.

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Eduardo_Irujo
 16 January 2023
Svetlana Alexievich, escritora y periodista bielorrusa, compone en este duro y hermoso, terrible y humano libro de entrevistas a mujeres soviéticas que participaron en la Segunda Guerra Mundial, una memoria olvidada. Da voz en esos relatos al “tremendo rictus de lo misterioso". En palabras de la autora, "la guerra femenina tiene sus colores, sus olores, su iluminación y su espacio. Tiene sus propias palabras. En esta guerra no hay héroes ni hazañas increíbles, tan solo hay seres humanos involucrados en una tarea inhumana" (p. 14).

Cuarenta años después de finalizada la contienda Alexievich comienza la titánica tarea de recuperar la memoria de estas mujeres, realiza cientos, miles de entrevistas. Viaja por toda la URSS visitando a esas luchadoras olvidadas en sus casas, en asilos, en granjas. Y vuelve con una historia sublime, cercana, que remueve las tripas. Que horroriza pero nos acerca a los ideales que movieron a todas ellas, jóvenes en su mayoría de 15 o 16 años a luchar en una guerra cruenta que, en principio, no estaba hecha para ellas. Pero se hicieron un hueco, con tesón, grandeza, fuerza de voluntad y una fe inquebrantable. Después, el silencio… impuesto desde el Estado, la sociedad, los hombres y mujeres que salvaron y defendieron.

Encuesta, charla, toma el té con ellas, desde las lavanderas, panaderas y enfermeras hasta las aviadoras, zapadoras, artilleras, partisanas que durante cuatro años, de 1941 a 1945, primero aguantaron la embestida del ejército alemán y, más tarde, le hicieron retroceder hasta Berlín. Pueblos quemados, actos de tortura, asesinatos masivos son descritos desde la mirada tensa y horrorizada, pero con férrea voluntad de resistir y luchar hasta el final. Mirada coral que nos descubre un universo hasta ahora silenciado y desconocido: "recorrí un largo camino junto a mis personajes. Como ellas, pasó mucho tiempo hasta que pude asumir que nuestra Victoria tenía dos caras: una es bella y la otra es espantosa, cubierta de cicatrices. Mirarla es doloroso" (p. 40)
Al finalizar la lectura del libro, sus voces, la de estas luchadoras, resuenan en nuestra mente y nos enfrentan al pasado para poder comprender el presente. Sin olvido. Por justicia. Con ese poso amargo en el estómago de a quien se le ha narrado el horror desde una mirada diferente, cargada de connotaciones, de ternura y de perplejidad.
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Monica_Ruano
 01 December 2022
Las olvidadas de los relatos bélicos.
No es más que la guerra narrada desde las voces de las mujeres que estuvieron en ella. Muchas decidían ir al frente, incluso a primera línea de batalla. ¿Sus cargos? Todos: lavanderas, cocineras, zapadoras, tanquistas, enfermeras…
Eran muchachas jóvenes que se cortaban sus trenzas y tenían que calzar botas y uniformes 4 tallas más grandes porque no tenían para ellas. Porque la guerra solo era para hombres. La Premio Nobel de Literatura 2015 Svetlana Alexiévich les crea un espacio para ellas, sus vivencias durante la II Guerra Mundial.

Al tratarse de la guerra hay aspectos (obvios) comunes en los relatos qué abundan: la muerte, la violencia, sangre…
Pero desde las experiencias personales también hay sensaciones que se comparten. Muchas me han sorprendido, como, por ejemplo, que tenían miedo a no morir guapas, o la soldado a la que le dieron dos huevos para comer y los destinó para limpiar sus botas y tener mejor aspecto. Recordemos que la inmensa mayoría eras chicas muy jóvenes a las que la guerra les arrebató el tiempo. También muchas odian el color rojo, no pueden vestir de él y siguen oliendo la sangre, olor característico que muchas relatan. En sus cuerpos, como campos de batalla, se ha quedado grabada la dureza del frío, el hambre, el cansancio extremo haciéndolas dormir de pie, ese sentimiento extraño después de haber vivido todas esas atrocidades: enterrar a amigas, herir o matar a alguien por 1a vez, no volver a ver con vida a tu familia…

Hay dos detalles específicos que me revolvieron: uno era una frase que decía algo así como lo siguiente “si los hombres perdían las piernas en la guerra, no importaba. Podrían casarse igualmente y alguien cuidaría de ellos. Pero nosotras no. Si salíamos mutiladas nos quedaríamos solas”. El otro detalle es que muchas mujeres advertían a la autora de que sus maridos les habían dicho que hablasen bien de la guerra que ganaron, de la patria, de las fechas y batallas importantes y no de amor… como si el amor no fuese suficiente o válido, tratado como “cosas de mujeres”. La brecha entre géneros es latente en cada relato de cada mujer.

Contiene algunos detalles sensibles: he leído atrocidades sobre el trato de prisioneros y prisioneras. Era la guerra, os podéis hacer una idea. También algunas descripciones explícitas de cuerpos y heridas. Y he de decir que había un tipo de violencia que me esperaba. Y era la de género. Sin embargo, me encontré dos relatos únicamente. Si bien algunas de las mujeres contaban que existía mucho respeto mutuo entre hombres y mujeres, en uno de los relatos se dice que “esas cosas no se cuentan”, dando a entender que se estaban silenciando ese tipo de violencias.

Siempre se cuenta la historia sin perspectiva de género y tenemos que ser conscientes de que es necesaria esa revisión.
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EmilianoPD
 31 October 2022
En el ejército soviético hubo cerca de un millón de mujeres. La escritora premio Nobel rastreó la pista durante veintiséis años y entrevistó, preferiblemente cuando estaban solas y no las podía el pudor ni, más importante, la retórica oficial que tanto tiempo y con tanta fuerza las ninguneó y sepultó, a estas doblemente heroicas luchadoras.

Aparte de su indudable e inmenso interés testimonial, este extenso reportaje tiene momentos de terrible belleza, de lúcidas y palpitantes cuestiones acerca de qué somos y qué nos hace ser humanos (o no), enmarcados y dirigidos por una intención única y valiente: no sólo dar voz a las silenciadas, sino también el asentar la base de una Historia del Alma.

Se me hizo sin embargo harto difícil su lectura, no sólo por la crudeza de muchísimos de sus pasajes. Entre mis taras está la aversión a los puntos suspensivos; ¿está tan plagado de ellos el original en ruso? Reconozco que es un recurso para la imposible tarea de reflejar el habla vacilante, directa y sincera de las entrevistadas, y también la de la asombrada autora (a quien casi nos parece ver cómo se queda sin palabras mientras van surgiendo esos pedazos de vida desgarrada), pero tal abuso de "esos signos" me provocaba leerlo balando cual ovejita y no, no es cuestión, impío, frívolo burguesito.
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MayteRatitadebiblio
 21 October 2022
Menudo año de lecturas duras llevo, hoy os traigo un ensayo de la ganadora del Premio Nobel en 2015, la ucraniana Svetlana Aleksievich, que me ha dejado tocada. En mi primer acercamiento a la autora, me ha fascinado su narrativa, su estilo y los temas que trata. En esta obra nos vamos a encontrar con una perspectiva totalmente olvidada en la historia: la presencia femenina y la importancia de su participación en el conflicto bélico de la II Guerra Mundial. Un ensayo que nos acerca la tan desdibujada figura de la mujer en la guerra, una presencia oculta, escondida, por vergüenza, por poco importante, pero qué papeles tan relevantes han jugado en uno u otro bando, qué dolorosa heroicidad. A tener en cuenta, este ensayo nos acerca el enfrentamiento ruso-alemán desde la perspectiva rusa, lo cual puede llegar a tergiversar hechos y percepciones, los alemanes son malos, los rusos buenos, sin embargo, yo siempre he considerado que en una guerra no hay buenos ni malos, solo estupidez humana.

Lectura maravillosa, llena de hechos desconocidos o que desde nuestra perspectiva masculinizada de la guerra jamás nos habíamos planteado, la guerra en nuestras cabezas sigue siendo cosa de hombres, y no os lo podéis imaginar hace casi 80 años. Lectura instructiva, pero donde ser conscientes que será desgarradora, y tener en mente, en todo momento, que lo que estamos leyendo es REAL. No estamos ante una obra de ficción en la cual pasemos la última página sin más, estamos leyendo historia y eso duele sobremanera. A veces la realidad conlleva más horror que la más aterradora de las ficciones.

Ordenado en bloques temáticos, tiene un estilo narrativo peculiar, sin hilo argumental concreto. Escrito en forma de pequeñas entrevistas o intervenciones, a veces de no más de una o dos páginas de duración, que nos acercan todo el sufrimiento y dolor de unas mujeres cuya vida y destino ha sido marcado por la guerra. Llena de crudeza, pero que deja espacio a la esperanza acercándonos también momentos hermosos llenos de compasión, solidaridad, e incluso amor fraternal o romántico.

Con claro trasfondo feminista y antibelicista, una lectura necesaria y una grata sorpresa que recomiendo sin dudar.
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