InicioMis librosAñadir libros
Descubrir
LibrosAutoresLectoresCríticasCitasListasTest
Críticas sobre La guerra no tiene rostro de mujer (31)
Ordenar por :   Fecha   Los más apreciados  



Añadir crítica
Guille63
 07 March 2023
“Me dan pena los que leerán este libro, y los que no lo leerán también…”

Me da algo de apuro, es tal el horror que aquí se recoge, tan conmovedor, tan fascinante la forma collage de expresarlo a base de las voces de sus propias protagonistas, que me parece casi un delito confesar que, después de las maravillas que para mí fueron «Voces de Chernobil» y, sobre todo, «El fin del homo sovieticus» , este me ha dejado a medias.

“Deja de recordar la guerra para recordar su juventud. Un fragmento de su vida… Hay que atrapar ese momento. ¡Que no se escape!”

El gran acierto de la autora fue encontrar esa forma distinta y potente de contar una historia, una forma que aquí estrenó y que perfeccionó en sus siguientes libros: centrarse en el relato de sus protagonistas, en los sentimientos de aquellas mujeres jóvenes que se alistaron en el ejército ruso en la Segunda Guerra Mundial. Una perspectiva nueva que no era una mera búsqueda de originalidad.

“Los hombres se ocultan detrás de la Historia, detrás de los hechos; la guerra los seduce con su acción, con el enfrentamiento de las ideas, de los intereses…mientras que las mujeres están a expensas de los sentimientos… Sus recuerdos son distintos, su forma de recordar es distinta.”

El problema del libro, o la causa del problema que en él encontré, es que fue escrito en 1985, 6 años antes de la disolución de la U.R.S.S., y, aunque la edición incluye algunas de las partes prohibidas por el censor, creo que el libro adolece de una profunda autocensura por parte de la autora y también de las mujeres que se prestaron a la entrevista. Una autocensura sin la que, seguramente, no hubiera podido ver la luz en aquellos tiempos, lo cual fue posible gracias a Gorbachov y su glasnost que permitió que en el libro se trataran, aunque a veces muy de pasada, ciertos aspectos de la guerra que hasta ese momento habían sido un tabú inabordable.

“Con diecinueve años me entregaron la Medalla al Valor. Con diecinueve se me quedó el pelo blanco.”

Así, el libro se ocupa en su mayor parte de glosar, por un lado, el horror de la guerra, el sufrimiento que supuso para la población rusa y especialmente para sus soldados y aún más especialmente para las mujeres soldados; en segundo lugar, y a veces de una forma un tanto reiterativa, el valor, el amor a la patria y el espíritu de sacrificio de las mujeres, tanto de las que se quedaron como, principalmente, de las que se alistaron dejando atrás a padres, madres y en ocasiones a sus propios hijos; también hubo madres que se los llevaron consigo al unirse a los partisanos y quien llegó a utilizarlos en sus operaciones, eran un buen camuflaje, quién iba a sospechar de una madre con su hijito en brazos.

”Ay, nenas, qué puñetera fue esa guerra... Vista con nuestros ojos. Con ojos de mujer... Es horrenda. Por eso no nos preguntan...”

También hay un gran espacio en el libro dedicado a comentar lo chocante que fue el encuentro de esas mujeres con el ejército nada preparados para su incorporación.

“¿Me preguntas que qué es lo más espantoso de la guerra?... Crees que te voy a responder: «Lo más espantoso de la guerra es la muerte». Pues te voy a decir otra cosa… Para mí, lo más terrible de la guerra era tener que llevar calzones de hombre.”

“Yo había guardado a hurtadillas unos pendientes, me los ponía de noche, antes de acostarme...”

“Los soldados se burlaban de cómo sujetábamos los fusiles. No lo hacíamos de la manera en que se suele sostener un arma, sino… Igual que cogíamos a nuestras muñecas...”

Comentarios que sirven de respiro entre las partes realmente duras, como leer que muchas de ellas se alistaban al ejército por amor a la revolución y a Stalin, aun cuando padres o maridos suyos habían sido duramente represaliados por el régimen (más de una se alistó para poder demostrar a sus vecinos y al partido que eran buenos comunistas). Había quién fue a la guerra entregada por sus propios padres, y muchas otras lo hicieron por vengar las barbaridades que los alemanes perpetraban a su paso por las aldeas rusas. La mayoría simplemente se dejaba llevar por la euforia del momento, su juventud, su ignorancia, su idealismo, su amor a la patria.

“En la escuela nos enseñaban a amar a la muerte. Escribíamos redacciones sobre cuánto nos gustaría entregar la vida por…Era nuestro sueño.”

De las barbaridades de los alemanes se dan algunos ejemplos aterradores, aunque no muchos, pero menos aún son los que se atribuyen al ejército soviético: apenas hay una o dos declaraciones sobre ello y siempre justificando la acción en una supuesta justicia o compensación.

“Los hombres llevaban tanto tiempo sin mujeres... y además, claro, el odio nos desbordaba. Entrábamos en un pueblo o en una aldea: los tres primeros días se dedicaban al saqueo y a... recuerdo a una mujer alemana violada. Yacía desnuda, en la entrepierna le habían metido una granada. Ahora siento vergüenza, pero en aquel momento no la sentí.”

Tampoco se habla apenas de los abusos que tuvieron que soportar las propias mujeres rusas.

“Allí solo había hombres, era mejor vivir con uno que temerlos a todos. Durante los combates no había para tanto… pero acabado el combate te acorralaban... de noche no había manera de salir de la covacha... allí hubo de todo porque nadie quería morir…De noche me despertaba agitando los brazos: repartía bofetadas, me quitaba de encima sus manos.”

En fin, una época horrorosa que, sin embargo, no logró matar la ilusión…

“Creíamos que después de la guerra, después de aquel mar de lágrimas, viviríamos una vida fabulosa. Una vida bonita. Después de la Victoria... Después del gran día... Creíamos que la gente se volvería buena, que nos amaríamos los unos a los otros. Que todos seríamos hermanos y hermanas. Cómo esperábamos ese día...”

… aunque no tardaría mucho en transmutarse en otro tipo de horror: tras la victoria final, muchos de los que volvieron fueron deportados a campos de concentración sospechosos de traición a la patria. No hay prisioneros en la guerra, hay traidores, decía el camarada Stalin.

“Haber vivido en los territorios ocupados, haber caído prisionero de guerra, haber pasado por los campos de trabajo en Alemania, haber estado en los campos de exterminio: todo levantaba sospechas. La pregunta básica era: ¿cómo habías salido con vida? ¿Por qué no habías muerto?”

Las mujeres, además, sufrieron un desprecio aún más horrible por parte de sus familias…

“Vete... Tienes dos hermanas pequeñas. ¿Quién querrá casarse con ellas? Todos saben que has pasado cuatro años en el frente...”

… y de la sociedad en general.

“Los hombres no abrían la boca y las mujeres... nos gritaban: “¡Sabemos lo que estuvisteis haciendo allí! Os insinuasteis a nuestros hombres con vuestros chochos jóvenes. Sois las putas del frente... Perras militares...”
+ Leer más
Comentar  Me gusta         30
sandey
 27 March 2022
Como se dice al final del libro es una novela de voces necesaria siempre, y más en los tiempos que corren para no olvidar lo que a veces olvidamos, y no damos suficiente valor, y lo afortunados que somos sin saberlo. Tiene unos relatos desgarradores que te dejan con el corazón encogido, y sobre todo de lo que pasaron ver que no se les reconoce que las esconden que son como apestadas, que triste, eso si para leer este libro hay que ir preparado para sufrir, y dosificarlo porque sino eres incapaz de digerir tanto sufrimiento y penalidades, eso si que es un retrato de la vida en estado puro y en la peor de las situaciones de lo que es capaz de soportar el ser humano, que no lo sabemos hasta que nos vemos en ese trance.
Tengo que decir que he tardado en leer este libro, y a la autora, porque sabía que había que estar preparada, y al ser una lectura conjunta organizada por la #lapeceradeRaquel me he atrevido a leer, reconozco que leeré más libros de la autora aunque tengo que dosificarlos porque te desgarran por dentro.
+ Leer más
Comentar  Me gusta         30
elymafer
 10 February 2021
Este libro recoge miles de recuerdos de mujeres que lucharon en el Ejercito Soviético contra los alemanes en la II Guerra Mundial. las historias de las mujeres son historias olvidadas de una guerra que no se cuenta, hubo casi un millón de mujeres combatiendo pero su historia tardó muchos años en conocerse.ellas cuentan cómo se alistaron, cómo fue su vida en el frente, el compañerismo, el odio, el amor, cómo al acabar la guerra no les trataban igual que a los hombres, no les hacían homenajes de estado, como las ignoraban o, mucho peor, las consideraban putas por haber luchado con ellos.
Son historias reales que cuentan muchas guerras diferentes, que te hacen ponerte en la piel de cada mujer que habla. por eso es un libro para leer poco a poco, no se puede leer seguido. hay demasiado sentimientos y mucho dolor.
Comentar  Me gusta         31
AlmaLectora
 07 October 2019
Hace un año empecé a leer este libro. Pero me di cuenta que no era su momento y no lo iba a disfrutar como se merecía. Así que lo dejé descansar para cuando estuviera preparada para el segundo asalto.  Estás vacaciones me decidí a leerlo y fue su momento. 

La autora es famosa por su obra en la que recoge testimonios sobre gente, supervivientes de la tragedia de Chernovil. Y en esta obra nos muestra los testimonios de las mujeres que lucharon en la II Guerra Mundial en el bando ruso.

No es la primera versión que publicó. Sino que se ha vuelto a revisionar. Ya que en su momento, hubo partes que se censuraron porque ponían en compromiso el ideal soviético de la URSS. Como imaginaréis una historia de testimonios sobre la guerra tiene que ser duro. Pero no os podéis imaginar lo cercana que hace la voz de las protagonistas para que llegue al lector. Para que las historias sean humanas y no se vean como algo del pasado. Sino como algo que podrían estar pasando ahora y que no se vuelva a repetir.

Lo que recalcan todos los testimonios de este libro es que las mujeres fueron borradas y silenciadas de esta guerra. Como si la guerra solo fuera cosa de hombres. Pero ellas pasaron por cosas muy duras y no solo antes y durante la guerra. Y es que al volver se encontraron con una sociedad que no las querían por los rumores que se crearon sobre ellas. Sobre esos prejuicios que se tienen de las mujeres que se rodean de hombres o hacen cosas de hombres.

La autora no solo muestra temas como la muerte. Sino todo lo que les rodeaba a las protagonistas. al principio muchas no querían hablar o contar sus testimonios. Pero poco a poco la autora sirvió como un bote de ayuda a esas supervivientes y poder sacar todo lo que vieron y que nadie quiso saber al terminar la guerra. Y es que parece que al terminar la guerra, todo termina y todo se convierte en bonito. Se olvidan de todos esos soldados que han luchado y vuelven. de todo lo que han visto y hecho. No quieren saber por lo que han pasado. Pues era mucho más duro si eras mujer porque habían abandonado sus "obligaciones" como madres, hijas o esposas. 

Después de la lectura de este libro me he interesado mucho por la historia "secreta" de la URSS. He encontrado un par de libros. Uno de ellos es una de las mujeres que habla en este libro. Así que en algún momento leeré más sobre el tema. Y más libros de la autora porque me ha gustado mucho la forma en que investiga temas de los que pensamos saber mucho pero solo es la punta del iceberg.

En conclusión, un libro muy duro pero que me ha hecho pensar mucho en la forma en que vemos la guerra tanto del pasado como del presente. Me ha gustado mucho la forma de tratar el tema de la autora. Porque nos muestra un tema del que hemos visto mucho pero que en realidad sabemos muy poco. Y esa importancia y voz que les da a las mujeres silenciadas durante tantos años.
Enlace: https://almalectora.wordpres..
+ Leer más
Comentar  Me gusta         30
Paloma
 28 December 2017
¿Sabe lo preciosos que resultan los amaneceres en la guerra? Antes de un combate…Los observas y estás segura: ese podría ser el último. La tierra es tan bella…Y el aire…Y el sol…”
- Olga Nikitichna Zabélina

No sé ni cómo empezar la reseña de este libro. Quizá debería esperar un par de días o semanas más, porque una serie de pensamientos e ideas se agolpan en mi mente y no sé si haya un hilo conductor. al mismo tiempo, siento que estas reflexiones desean salir ya, expresarse porque tengo miedo que la impresión se desvanezca con el paso de los días.

He de confesar que cuando Svetlana Alexievich ganó el Premio Nobel hace dos años pensé que el máximo premio de literatura comenzaba a desviarse de su propósito original (lo cual resultó evidente en el ganador de 2016). Sin embargo, nunca había leído a la autora y me dejé llevar por algunos artículos que indicaban que su obra era, fundamentalmente, la crónica. ¿No sé supone que la literatura es fantasía, imaginación, la posibilidad de recorrer otros mundos, reales o ficticios, pero con una narrativa propia? Bueno, por lo menos así siempre he percibido al género literario y, en ese sentido, he de reconocer que soy una “clasista” del arte, lo cual implica que: (1) no me gustan los experimentos; (2) no me gusta el arte moderno en general (salvo algunas excepciones y sobre todo en las artes plásticas); y (3) la literatura, para mí, no debe ser un medio de denuncia o propaganda por encima de la calidad literaria.

Dicho lo anterior, me pareció extraño que se premiara a una escritora cuyo trabajo es más cercano al periodismo. No obstante, no la veté de mi lista de potenciales lecturas y me propuse leerla eventualmente, también por solidaridad ante el hecho que los Nobel han estado dominados por hombres. de esta manera fue como me hice de la Guerra no Tiene Rostro de Mujer, ejemplar que estuvo un par de meses en mis estantes, hasta que decidí no dejar pasar más tiempo.
¡Qué gran descubrimiento resultó y cómo me demostró que estaba equivocada en algunos de mis preceptos literarios! Si bien es una literatura distinta a lo que yo considero como el estándar o modelo, la crónica de Alexievich es estupenda porque es humana, nos horroriza, nos conmueve, nos hace repensar nuestro mundo y, a pesar del pesimismo latente, nos permite también imaginar un mundo mejor.

La Guerra no Tiene Rostro de Mujer es una obra épica, tanto por el tema como por los protagonistas, pues desentierra y pone en evidencia la realidad de una de las guerras más cruentas de la humanidad y el papel de las mujeres, el cual fue silenciado o ignorado por más de cincuenta años. En las primeras páginas, la escritora relata el inicio de su búsqueda, las barreras que en principio encontró, la censura, el miedo. Pero confiesa que era algo que quería desenterrar, conocer, porque la voz oficial, la voz de la historia, no parecía suficiente ya que sólo es la voz de los vencedores. Y puede parecer contradictorio, toda vez que los vencedores no fueron otros que los rusos, quienes como aliados, derrotaron a Hitler. Sin embargo, en el espíritu de la Victoria, del triunfo del bien sobre el mal representado por el nazismo, muchos otros crímenes internos fueron silenciados y los héroes de esta guerra borrados de los capítulos de la historia.

En ese sentido, leer la crónica de Alexiévich implica no sólo conocer las historias de cientos y cientos de mujeres que se alistaron en el ejército o se unieron a los partisanos sino también conocer la historia de la Unión Soviética, de la crueldad que enfrentó un pueblo, de los sinsabores del triunfo. En este primer aspecto, son tantas las voces que existen en el libro que si bien uno no podría registrar todos los nombres, lo que sí es imposible de olvidar son las historias de valentía, de coraje, de tristeza, de desamor. Después de leerlo, queda esa impresión (y lo escribo con el temor de caer en un sesgo de género o sexismo) que, en definitiva, la guerra no es una actividad de mujeres: pero no por qué no tengan la fuerza, o la determinación o la capacidad –algo que las historias que el libro recoge demuestran – sino porque no es algo con lo cual la mujer sueñe. Esto sin duda puede deberse a la educación, a la diferencia y desigualdad de género, pero lo cierto es que la mujer tiende a unir, a construir, a apoyar.

”Hubiera sido mejor que me hubieran herido en el brazo o en la pierna, que me doliera el cuerpo. Porque el alma…duele mucho. Es que éramos muy jóvenes, unas niñas” (p. 55)

Varias de las mujeres recuerdan que en el campo de batalla, como rescatistas, estuvieron a punto de abandonar a soldados alemanes heridos, a negarles el pan a niños alemanes que encontraban por los caminos –y simplemente no lo hicieron: regresaban por ellos, los sanaban, compartían la poca comida disponible. Esto no lo hacían con gusto, es cierto, pero algo –considero que su humanidad las obligaba a ello.

”No me había olvidado de nada. Pero no sería capaz de pegar a un prisionero por el mero hecho de que está indefenso. Lo importante es que cada uno tomaba sus propias decisiones.” (p. 189).

Quizá uno de los fragmentos que más me impactó fue sobre una mujer rusa que al final de la guerra lloraba la pérdida de sus hijos. En su pueblo, un día pasó un grupo de prisioneros alemanes y al verlos, esta mujer lloró más, y les gritó que cómo era posible que las madres de estos soldados hubieran tenido el corazón de mandarlos a una guerra tan cruenta: los prisioneros no eran más que unos niños de entre 12 y 13 años.

La guerra lo cambió todo –separó familias, acabó con la infancia, generó muerte, condenó a muchas mujeres a la soledad. Pero, quizá lo más sorprendente es que, una vez concluido el conflicto, las mujeres entrevistadas por Aléxievich, guardaron silencio y esto tuvo múltiples razones: el querer olvidar, seguir adelante, vivir, volver a creer en la posibilidad de la bondad, del amor. Sin embargo, otro factor crucial fue sin duda el hecho que sin guerra se volvió al viejo estándar –el conflicto no era una actividad de mujer y quiénes habían participado, eran consideradas como desnaturalizadas o raras a lo menos. Tantas mujeres coinciden que era un tema que ni siquiera hablaban con sus maridos, algunos de los cuales habían conocido en el frente, y muchas de ellas habían guardado sus condecoraciones. Porque, ¿es normal que una mujer pueda tomar una metralla, manejar un avión, lanzar bombas? al parecer no, a pesar que expusieron la vida con el mismo arrojo que un hombre, se revolcaron en ríos de sangre, tuvieron que amputar miembros, tuvieron que comer animales de campo. Porque quizá una heroína no hace eso. Muchas historias coinciden que, al regresar de la guerra, cuando todo terminó, la gente las llamaba prostitutas, pensando que su labor entre tantos hombres no podría ser otra que satisfacerlos; otras indican que, al no tener hijos, se consideraba una maldición por haber realizado actividades masculinas.

Qué impotencia y qué injusticia, el haber amado a la patria, luchado por un ideal, y ser juzgado por no amoldarse a cierto modelo. Sin duda esto es algo con lo cual las mujeres en pleno siglo XXI seguimos enfrentando pero no por ello deja de crear indignación lo vivido por las mujeres rusas en la guerra. En este contexto, otro de los aspectos que explora el libro, sin ser una denuncia abierta pero considero que lo suficientemente contundente, es la vida bajo el régimen estalinista. Además de que algunas mujeres sufrieron cierta discriminación al volver de la guerra, otras debieron enfrentar nuevas separaciones al ser sus familiares juzgados como traidores a la patria por un gobierno autoritario: ¿por qué volvían los hombres del frente, cuándo todos estaban muriendo? Aquellos que habían participado en la liberación en Alemania, en Francia, eran enviados a campos de trabajos forzados porque su estancia en el extranjero pudo haberlos contaminado. Una enfermera narra como cuando los alemanes capturaron a la familia de un general, le enviaron un mensaje diciendo que si no se entregaba, asesinarían a todos los miembros. La orden del regimiento fue que no se entregara, que era por la patria. Y la familia murió… y a los pocos días el hombre fallecía en el frente, en una expedición sin mayores complicaciones.

En la década de los ochentas, cuando la autora empezó a redactar este libro, mucho de su material fue sujeto a la censura y resulta evidente por qué: la victoria también fue sufrimiento, fue pérdida, fue sacrificio, causado en parte por la guerra pero también por el propio gobierno. Como parte de otra de las confesiones de esta reseña, uno de los clásicos que no he leído aún es Fahrenheit 451 , que entiendo habla sobre el temor de regímenes autoritarios a los libros y por ello, su constante censura o destrucción. A reserva que ahora dicha novela estará en mis próximas lecturas, con un libro como La Guerra… creo que resulta más que evidente el por qué ese temor a las palabras, a la libertad de expresión. Como mencioné anteriormente, la crónica de Svetlana no es contra el régimen soviético ni es anticomunista –es la verdad contada en las historias de miles de mujeres que vivieron la guerra desde otra perspectiva. Pero dicho relato, tanto en lo extraordinario como en lo cotidiano, contiene una denuncia sobre un régimen opresivo, inhumano. Sin temor a equivocarme, considero que este libro me ha ilustrado bastante sobre una parte del régimen soviético sin tener que recurrir a un volumen de historia.

De tal forma, considero que La Guerra… debería ser una lectura obligatoria en todo el mundo: a veces parece tan fácil, tan simple olvidar la guerra, o glorificarla como una lucha en la que gana el bien y se castiga al mal, cuando en realidad, ésta tiene más víctimas que triunfadores. Olvidar el horror del conflicto beneficia los intereses de unos cuantos mientras entierra el futuro de millones: “A veces oigo una música…O una canción…Una voz de mujer… Y allí encuentro lo que he sentido. Algo semejante…En cambio, veo una película de guerra y sabe a mentir, leo un libro y lo mismo, mentira. No es…No es correcto.” (p. 243).

Al leer crónicas como ésta, uno no puede más que estremecerse ante lo terrible, lo sangriento, lo vulnerable que nos deja el conflicto y desear fervientemente que nunca más volviera a repetirse, porque la guerra es irracional e irracionales quiénes la promueven. Así de simple.

Este es un libro difícil, duro, pero también conmovedor. En varios momentos estuve a punto de las lágrimas tanto por el sufrimiento, como por la honestidad. Y es que, a pesar que este es un libro sobre la guerra, es brutal también el deseo por vivir, la esperanza en medio del caos, la bondad que surge en los lugares que menos se espera:

Fue en Stalingrado…El combate más terrible. Más que cualquier otro… Querida mía. Es imposible tener un corazón para el odio y otro para el amor. El ser humano tiene un solo corazón y yo siempre pensaba en cómo salvar el mío.” (p. 365)
+ Leer más
Comentar  Me gusta         30
adbana9
 18 June 2023
La guerra no tiene rostro de mujer es un cóctel de emociones, por una parte ha sido uno de los libros más duros de leer que he tenido entre manos, los relatos son tan duros que tuve que parar en varias ocasiones porque me sobrepasaban.
Pero por otro lado, es una novela que te sorprende, que te enriquece y que te muestra una realidad nunca hablada. Se habla del sufrimiento de todos los hombres que fueron a la guerra y que tuvieron que luchar, pero y las mujeres? también tuvimos un papel muy importante y son las grandes desconocidas de esta historia.
Lo recomiendo al 100%, todas las mujeres que nos presenta este libro se merecen ser conocidas y reconocidas en una de las etapas más escalofriantes de la historia.
Comentar  Me gusta         20
Monica_Ruano
 01 December 2022
Las olvidadas de los relatos bélicos.
No es más que la guerra narrada desde las voces de las mujeres que estuvieron en ella. Muchas decidían ir al frente, incluso a primera línea de batalla. ¿Sus cargos? Todos: lavanderas, cocineras, zapadoras, tanquistas, enfermeras…
Eran muchachas jóvenes que se cortaban sus trenzas y tenían que calzar botas y uniformes 4 tallas más grandes porque no tenían para ellas. Porque la guerra solo era para hombres. La Premio Nobel de Literatura 2015 Svetlana Alexiévich les crea un espacio para ellas, sus vivencias durante la II Guerra Mundial.

Al tratarse de la guerra hay aspectos (obvios) comunes en los relatos qué abundan: la muerte, la violencia, sangre…
Pero desde las experiencias personales también hay sensaciones que se comparten. Muchas me han sorprendido, como, por ejemplo, que tenían miedo a no morir guapas, o la soldado a la que le dieron dos huevos para comer y los destinó para limpiar sus botas y tener mejor aspecto. Recordemos que la inmensa mayoría eras chicas muy jóvenes a las que la guerra les arrebató el tiempo. También muchas odian el color rojo, no pueden vestir de él y siguen oliendo la sangre, olor característico que muchas relatan. En sus cuerpos, como campos de batalla, se ha quedado grabada la dureza del frío, el hambre, el cansancio extremo haciéndolas dormir de pie, ese sentimiento extraño después de haber vivido todas esas atrocidades: enterrar a amigas, herir o matar a alguien por 1a vez, no volver a ver con vida a tu familia…

Hay dos detalles específicos que me revolvieron: uno era una frase que decía algo así como lo siguiente “si los hombres perdían las piernas en la guerra, no importaba. Podrían casarse igualmente y alguien cuidaría de ellos. Pero nosotras no. Si salíamos mutiladas nos quedaríamos solas”. El otro detalle es que muchas mujeres advertían a la autora de que sus maridos les habían dicho que hablasen bien de la guerra que ganaron, de la patria, de las fechas y batallas importantes y no de amor… como si el amor no fuese suficiente o válido, tratado como “cosas de mujeres”. La brecha entre géneros es latente en cada relato de cada mujer.

Contiene algunos detalles sensibles: he leído atrocidades sobre el trato de prisioneros y prisioneras. Era la guerra, os podéis hacer una idea. También algunas descripciones explícitas de cuerpos y heridas. Y he de decir que había un tipo de violencia que me esperaba. Y era la de género. Sin embargo, me encontré dos relatos únicamente. Si bien algunas de las mujeres contaban que existía mucho respeto mutuo entre hombres y mujeres, en uno de los relatos se dice que “esas cosas no se cuentan”, dando a entender que se estaban silenciando ese tipo de violencias.

Siempre se cuenta la historia sin perspectiva de género y tenemos que ser conscientes de que es necesaria esa revisión.
+ Leer más
Comentar  Me gusta         20
Alsondeunlibro
 27 April 2022
Un trabajo espectacular que reúne conjunto de testimonios de gran crudeza contados desde el corazón de las mujeres que lucharon en la Segunda Guerra Mundial, del lado del Ejército Rojo.

Svetlana Alexiévich ganó el Premio Nobel de Literatura en 2015 “por su obra polifónica, un monumento al sufrimiento y al coraje en nuestro tiempo”, tal y como anunció la academia sueca.
Normalmente estamos acostumbrados a conocer los datos más objetivos y superficiales de las guerras. Las batallas más conocidas y celebradas, los generales más aclamados, las victorias... La guerra siempre ha tenido como resultado vencedores y vencidos, formulándose en torno a ella una serie de datos, cifras e información imparcial en la que lo cotidiano y sentimental, parecía no tener cabida. Además, tal y como afirma Svetlana, “todo lo que sabemos de la guerra, lo sabemos por la voz masculina”. El silencio parece ser un compañero inseparable de la mujer, “guardan silencio incluso las que estuvieron en la guerra”. En este sentido, la labor de investigación llevada a cabo por la autora me parece inmensa, necesaria y fundamental.

A medida que iba leyendo, he experimentado angustia y pavor, y raro era el día en el que no aparecía un nudo en la garganta, y la humedad de las lágrimas no empañaban las letras impresas en las páginas del libro. Me parece admirable el ejercicio de “regreso al pasado” que realizan las mujeres que son entrevistadas por Svetlana. Un pasado tan doloroso, entre trincheras, heridos, terror y odios (aunque también hubo destellos de luz y de hermandad), y todo ello impregnado por el olor de la sangre. Es curioso como olores o detalles sencillos se quedan clavados en el recuerdo. Fragmentos de vida que vuelven a renacer en la mente y que Svetlana logra capturar en esta obra. Momentos de los que la autora extrae los sentimientos, lo que está en el interior de las mujeres, ejerciendo una labor de “historiadora del alma”.

Recomiendo enormemente la lectura de “La guerra no tiene rostro de mujer”. Es la voz y el testimonio de mujeres que, tras la Victoria, “al principio se escondían y ni siquiera se atrevían a mostrar sus condecoraciones”. Mujeres que ahogaron su voz y sepultaron sus vivencias intentando refugiarse en el olvido. Mujeres que aprendieron que “el único camino es amar al ser humano. Comprenderlo a través del amor”.
+ Leer más
Comentar  Me gusta         20
Landy_Aparicio
 03 January 2022
Es un libro brutal y estremecedor que reúne los testimonios de cientos de mujeres soviéticas que combatieron en las filas del Ejército Rojo durante la Segunda Guerra Mundial, donde se desempeñaron como cirujanas, enfermeras, francotiradoras, zapadoras, sargentos, pilotos, conductoras, guerrilleras y miembros de organizaciones clandestinas y de partisanos. Mujeres que dieron la vida y juventud por su país y que se les pagó con rechazo y humillaciones y después, con el olvido.

Es la historia nunca antes contada de sus experiencias, de lo que sus ojos vieron y todo aquello que sintieron en carne propia, el miedo, la suciedad y el frío, el hambre y la violencia sexual, la angustia y la sombra siempre presente de la muerte, cómo la guerra las transformó, cómo era aprender a matar, cómo fue la vida después de la guerra.
Comentar  Me gusta         20
dreamerofstories
 13 May 2020
Estoy muy impresionada de la manera en que estas mujeres fueron capaces de defender a su patria así fuera con las uñas. El miedo no las intimidó para que luchasen por su tierra y se enfrentaran a la crueldad que la guerra traía consigo.
Leer los sentimientos de estas mujeres luchadoras que Svetlana deja plasmado en hojas, me hace pensar en lo fuerte que es nuestro género, porque peleamos con enemigos más allá de la costumbre y enseñanzas que nos dan por el simple hecho de ser mujeres.
Mi frase favorita (de las muchas que encontré) fue: “Los hombres se ocultan detrás de la Historia, detrás de los hechos; la guerra los seduce con su acción, con el enfrentamiento de las ideas, de los intereses... mientras que las mujeres están a expensas de los sentimientos “.
Comentar  Me gusta         20


Comprar este libro en papel, epub, pdf en

Amazon ESAgapeaCasa del libro





Test Ver más

Harry Potter y las reliquias de la muerte

¿Quién mata al elfo Dobby?

Voldemort
Bellatrix Lestrange
El señor Malfoy
Nadie, murió de viejo

12 preguntas
66 lectores participarón
Thème : Harry Potter y Las Reliquias de la Muerte de J.K. RowlingCrear un test sobre este libro