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Tenía muchas expectativas con este libro porque leí el anterior libro del autor, "Un hijo", y me gustó muchísimo, así que reencontrarme con Guille me hacía mucha ilusión. En esta historia la trama se centra en Nazia, una niña pakistaní del colegio de Guille que sufre una desgracia en su familia y tiene que quedarse unos meses de acogida con Guille y su padre. María, la psicóloga del centro, como siempre será la encargada de tratar a la niña y evaluar que no sufre ningún transtorno a causa de este hecho traumático. A medida que la va conociendo, vemos que María sospecha que Nazia esconde un secreto, y al igual que Guille, se trata nuevamente de una niña de la que sólo podemos ver la punta del iceberg. Se comporta bien, demasiado tranquila y risueña, como si no fuese consciente de la situación por la que atraviesa; incluso María puede apreciar que su nueva vida al lado de Guille y su papá le agrada demasiado. Alrededor de una foto sagrada para Nazia y que Guille conoce, María desarrollará todo el proceso de investigación para tratar de averiguar cual es ese secreto que le impide acceder emocionalmente a la niña. Es una historia muy tierna, que combina a la perfección la ternura de la historia narrada por Guille y otra parte que es narrada por María, más analítica y con una visión más adulta, notándose también en la forma de narrar. Esta dualidad se irá alternando capítulo a capítulo conforme avanza la novela. Me ha atrapado la trama, tratando de descubrir ese secreto, y también la ternura de Guille, ese niño es demasiado especial. Me hubiera gustado, sin embargo, que el personaje del padre de Guille tuviese más protagonismo en la novela, añadiendo a otro adulto además de María que aportase su punto de vista a la historia. Me ha gustado mucho ir descubriendo poquito a poco toda la historia de Nazia, a quien conocí muy poquito en "Un hijo", viendo su evolución y apreciando ese aura de misterio que envuelve su personalidad, que tan bien esconde para resguardar ese secreto. Es una niña muy lista, que a pesar de saber toda la verdad, finge no enterarse de nada y crea un cuento alrededor de esta situación para camuflar el verdadero problema. El enigma que plantea el autor me ha resultado muy interesante, queriendo saber todo el tiempo qué era lo que estaba pasando con Nazia, pero me ha decepcionado un poco el final, ya que me quedé un poco a medias en el descubrimiento de ese secreto. No sé si va a tener una continuación dentro de esta serie y quizá tenga más información sobre el tema, como así ha sido con Guille, quien sigue recordándonos a través de María qué había pasado en el primer libro y como está llevando su duelo interior. Lo que más me ha gustado es cómo el autor ha plasmado la inocencia de los niños, y la gran imaginación que los adultos ya no logramos desarrollar para protegernos de las desgracias de la vida. Así, tengo que decir que la pluma del autor me sigue encantando, como ya me pasó con el primer libro que leí de él, y que lo he saboreado lentamente para no perderme ningún detalle. Me hubiera gustado que el final no terminase de forma tan abrupta, pero si tengo noticias pronto de que habrá una continuación, no lo consideraré algo malo. Las historias de Alejandro Palomas son muy especiales. Tengo muchas ganas de leer la trilogía de Amelia, de corte más adulto. |
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