El estado natural de las cosas

"El estado natural de las cosas" es un libro sorprendente, en muchos sentidos. Quizá nunca lo hubiera leído si no hubiera sido por la oportunidad de Masa Crítica, gracias a la que cayó en mis manos. Con los libros de relatos me pasa que me cuesta más puntuar o valorar si me ha gustado o no, ya que un relato me deja muy buen sabor de boca y el siguiente a lo mejor me horroriza. No es distinto en este caso, y necesitaré digerirlo un poco más y quizá una relectura para terminar de comprender todos los matices.

Aun así, no puedo dejar de señalar la originalidad del autor, Alejandro Morellón. Todos los relatos me han parecido ejercicios creativos muy interesantes, aunque perturbadores en su mayoría. Con personajes normales, y por normales quiero decir que se puede uno identificar con ellos, en situaciones disparatadas o que atentan contra la realidad o el buen gusto (aunque, qué es buen gusto y qué no). Morellón usa estas situaciones fantásticas, como el hombre que se "cae al techo" para poner contra las cuerdas a los personajes, y dar pie a la reflexión sobre temas como las relaciones de pareja o paterno-filiales, las dificultades de comunicación en el mundo actual, la desesperación de familias en situación de extrema pobreza, la falta de esperanza ante la desgracia y la violencia, entre otros. Es un recurso que me gusta, aunque podría decirse que en algunos relatos lo usa de forma más afortunada que en otros. Algunos relatos han calado hondo y en otros me ha parecido que apenas ha arañado la superficie de lo que quería expresar, simplemente por la brevedad del propio relato.

El autor promete, o eso me parece. He disfrutado leyendolo, en el sentido formal. Escribe muy bien, con párrafos muy bien planeados, muy limpios, con mucho contenido condensado. Los diálogos entre los personajes están muy bien escritos, y transmite muy bien la sensación de intimidad y naturalidad.

Mientras leía el relato principal (y más largo), me recordaba en estilo a Saramago en "Ensayo sobre la ceguera". Realmente me dio la sensación de estar leyendo a este autor. Este relato es el mejor quizá de la colección, porque lleva hasta el final lo que empieza, como se suele decir. Desarrolla el personaje, te transmite el vértigo de su caída y posteriormente el vértigo de su crisis existencial, desarrolla sus relaciones interpersonales y también la propia voz del personaje, a través de un diario paralelo a la narración. Merece la pena leerlo dos veces. Aquí un extracto que me ha gustado especialmente:
“(pertenezco a los vacíos del techo y a nadie más, ya no soy la mirada cotidiana, la participación del hogar, las palabras horizontales. Soy el hombre de arriba y esto me ofrece, ahora me doy cuenta, la oportunidad de ser espectador de mi propia vida”. Fantástico. 3.5/5