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Años, muchos años pasaron para que me decidiera a leer El árbol de saliva, de Brian W. Aldiss. No creo en un montón de cosas, y me da un poco de vergüenza afirmar que hay libros, historias, que nos llegan en el momento adecuado, pero en este caso casi puedo creer que así fue. Este autor es todo un conocido en el mundo de la ciencia ficción. La saga titulada Heliconia fue su trabajo más representativo, pero también le entró duro a los relatos y escribió y publicó muchísimos. El árbol de saliva (historia que da título al libro) se coronó con el Premio Nebula en 1965 en la categoría de relato. Diez cuentos nos presenta Aldiss. Debo confesar que me acerqué a este libro sin saber por dónde iban los tiros. Las opiniones de los lectores están muy divididas. En lo que casi todo mundo coincide es la calidad de El árbol de saliva o de “La joven y el robot con flores”. Ambas historias son muy reconocidas y valoradas. No solo ciencia ficción ofrece Aldiss en esta selección. Hay un cuento, “El día fatídico”, que podría insertarse dentro de la fantasía de corte épico. Está inspirada en un monarca serbio, Vukasin Mrnjavcevic, que gobernó en el siglo XIV parte de lo que ahora sería Macedonia; y luego están esas historias que llamaré ‘de asesinos', “Un hábito solitario” y “Un placer compartido”. Sin clasificación tan evidente dentro de un género encontraremos “Un papel a disfrutar” y “Cuidados parentales”. Disfruté cada relato con todo mi ser. Disfruté ese lenguaje directo, claro, que te lleva de la mano por las circunstancias que viven sus personajes. Muchas reseñas ponen el dedo en la llaga respecto a ‘lo mal envejecidas de algunas de las historias'. Creo que sí, que hoy en día existen historias mucho más sofisticadas, pero que carecen de la profundidad de contenido que Aldiss intenta imprimir a las suyas. El mensaje, la premisa, son claras. No se anda con rodeos. Los temas que le preocupan, que le ocupan, las reflexiones a las que desea llevarnos, están allí, al alcance del lector. La religión o la ideología como herramientas de separación y conflicto, la preocupación por una guerra nuclear en el futuro, la doble moral como brújula del comportamiento humano. La condición humana: nuestra razón de ser y existir, importan, laten, viven en cada historia. Aldiss se vale de la emoción, de la acción, del humor incluso (esos relatos de asesinos me sacaron alguna carcajada), para hacernos llegar sus puntos de vista, sus miedos y emociones. “La joven y el robot con flores” es una historia que puede ser un ensayo, una carta de amor y, sobre todo, una muestra del oficio de un hombre que trasciende al género, que entiende que la imaginación no debe contenerse ni limitarse. “Peligro: Religión”, es una suerte de distopía impresionante donde se plantea eso que está muy de moda en el cine de superhéroes actualmente y se conoce como ‘multiverso'. Un viaje por mundos paralelos para reconocer nuestra propia miseria. Lo que logra en este cuento, con tan pocas páginas, daría para una saga de seis libros. Hay situaciones, mundos mencionados en los que nos quedaríamos un poco más para seguir husmeando. “La fuente”, otra historia de ciencia ficción que parece no tener un objetivo claro hasta que llegamos a ese final que se nos estampa en la cara. "La leyenda de la constelación Smith" es muy divertida y llena de detalles, personajes y ambientes que sorprenden. El árbol de saliva, una de sus obras maestras, y homenaje a H.G. Wells, no tiene precio. Me tuvo en vilo, me sacudió. Ciencia ficción con una buena dosis de terror. Hay momentos que estremecen y un ambiente que acompaña al escalofrío. Espero volver pronto, muy pronto, a la obra de Aldiss. Esta toma de contacto me ha dejado un gran sabor de boca. He disfrutado de cada palabra y del enganche al que me sometió. Este señor es un autor accesible y complejo al mismo tiempo. Un tándem perfecto. |
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