Cartas de amor de la monja portuguesa Mariana Alcoforado

Las Cartas de la monja portuguesa fueron publicadas alrededor de 1669.  Supuestamente relatan el amor, y la recriminación, de la monja al marqués de Chamilly por su abandono. Existen dos versiones acerca de estas cartas: La primera versión sostiene la veracidad de dichas cartas y la existencia de las figuras involucradas; mientras que la segunda versión aboga por la fabricación literaria de dichas cartas, cuya autoría recaería en el propio marqués. Sin importar esta disquisición, que interesa más a los eruditos que a la mayoría de los lectores, estas cartas forman parte de la literatura de la segunda mitad del siglo XVII.

En la primera carta sor Mariana se debate entre su amor y el repentino abandono de su amado. La monja encarna a la consabida mujer abandonada: una mujer que ama en demasía a su amante, una mujer ingenua que creyó todas sus promesas falsas de amor, una mujer que ante la evidencia de los hechos todavía lo disculpa y le perdona todas sus faltas, una mujer que todavía pretende tener noticias de él. Quizás lo más llamativo es que parece regocijarse ella misma en el dolor o , por lo menos, parece dar la impresión de estar en un lugar cómodo y común para la mujer. Este punto podría inclinar la balanza a favor de la segunda versión ya mencionada al principio de esta reseña.

En la segunda carta los reproches se reiteran. Es triste observar que en esos tiempos el destino de una mujer era el matrimonio o el convento. Las mujeres no tenían más opciones para la vida en sociedad. Mariana vive su estancia en el convento como una prisión. El  encierro y la falta de libertad se transmiten en su escritura (punto para la primera versión). A partir de la tercera carta Mariana lentamente se desengaña y sabe que fue usada, abandonada, olvidada. En la quinta carta, ante la falta de respuesta, su renuncia es total y su idolatría por su amante desaparece.