Buenas hermanas

Si habéis leído Mujercitas o visto alguna adaptación, la personalidad de las protagonistas no serán ningún misterio. Jo sigue siendo la chica inquieta, cabezota e impulsiva que ha dado el paso antes de detenerse a pensar en las consecuencias. Amy, sin embargo, es capaz de mantener el temple dejarse la máscara de Buena Ciudadana puesta mientras por dentro se la come la rabia. Meg y Marmee sí que no se desvían nunca del camino que les han impuesto. Y Beth... Ay, Beth. Teddy tampoco iba a ser menos en esta historia, aunque, sinceramente, me ha tenido en vilo en todo momento.

Ahora, imaginaos a todos ellos en una sociedad tan opresiva e hipócrita como la que nos describe Orwell en 1984. Las bases en las que se sustenta Concordia son muy parecidas a las de la sociedad distópica inventada por Orwell, así que habrá muchas cosas que nos sonarán y que no serán realmente una sorpresa para quienes hayan leído el libro. Lo que sí debo decir es que Costa Alcalá le dan su propio toque junto con ciertos tintes de El cuento de la criada. Si es que ya decía yo que esta mezcla era imposible que saliera mal, jeje. al menos, en lo que se refiere al libro en su conjunto, porque la trama... No había necesidad de ser tan crueles xD
El libro está dividido en tres partes, cada una con el nombre de las peores faltas que podrían cometer las personas. También está muy bien escrito, el único problema es que parece que no ha pasado por corrección, que yo imagino que sí pero se les han pasado un montón de faltas. Y claro, a mí se me activa el chip de correctora y no me concentro pensando en las comas mal puestas XD

Quitando eso, el libro es una maravilla y la ambientación es espectacular. Vemos una sociedad dividida por castas en la que los más honorables, los Optimates, son los que tienen el poder y, los pobres, son los infelices deshauciados. Vemos mucho de los personajes de la obra de Orwell encarnados en los de Louisa May Alcott sin que se pierda nada de las dos novelas. Los personajes no pueden mostrar lo que realmente sienten o piensan y eso lo vemos especialmente en Amy y en Meg. Claro está, las cosas aquí también se van de las manos.
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