Buenas hermanas

Reconozco que hace tiempo que tenía muchísimas ganas de leer a Costa Alcalá. Y ya te digo que no me han decepcionado.
Buenas Hermanas es un retelling de Mujercitas ambientado en una sociedad que recuerda a la de 1984.
Mujercitas fue un libro que me encantó cuando lo leí la primera vez (tendría unos doce años), pero lo releí con dieciséis y me asqueó por su paternalismo y rancia moralidad.
Por eso tenía curiosidad por ver cómo habían mejorado el original.
Lo primero que me ha llamado la atención es el tono tan cuidado que han conseguido. Empezamos muy pronto a ver sombras bajo la fachada de perfecta felicidad en la que las protagonistas viven.
Se palpa una tensa calma, ese tipo de ambiente en el que sabes que las cosas pueden desmoronarse muy rápido. Y es que en todas las sociedades perfectas hay grietas, solo hay que saber mirar.
Jo y Amy, las protagonistas indiscutibles de la historia, empiezan a ver cosas que les hacen reflexionar, cada una desde su propia personalidad.
Jo comienza a preguntarse qué ha hecho ella para ganarse esos privilegios de los que disfruta, qué la hace diferente de aquellos destinados a sobrevivir en los suburbios.
Resulta fácil considerar inferior a alguien si lo observas desde la distancia, pero cuando Jo y Amy empiezan a relacionarse con ellos no podrán encontrar esas diferencias que el gobierno de la ciudad se empeña tanto en remarcar.
Muchos (en apariencia) buenos ciudadanos han cometido faltas y como tantas veces en la vida real, los que dan la impresión de ser más rectos son los que más tienen que ocultar.
Una vez has visto la verdad ya no puedes dejar de verla. Está por todas partes. Cada miembro de la familia March lo afronta como puede.
La imagen que tenían de mundo perfecto se ha derrumbado, pero también se puede sacar partido de las ruinas y el libro acaba dejándonos abierta esa posibilidad.
Me he quedado con ganas de ver estallar la revolución, aún así, es un final más optimista que el de 1984.

En resumen, una historia de esas que siguen vivas en tu mente mucho tiempo después de haber acabado de leer.