La Muerte Invisible

Existe un gran desconocimiento acerca de lo ocurrido la noche del 26 de abril de 1986 en la central nuclear Vladímir Ilich Lenin, más conocida como la central de Chernobil, aunque en realidad no se encuentra junto a esta localidad, sino en Pripyat.
Alberto Pasamontes hace un excelente trabajo de síntesis en La muerte invisible, novela ganadora del Premio Francisco García Pavón de narrativa policial en 2015.

«Las calles de Pripyat, de repente carentes de vida, convertidas como por ensalmo en una ciudad perturbadora de inquietante belleza, impregnada en todas sus esquinas de un silencio espectral solo roto por la megafonía de la ciudad».

Ya me pasó con la novela de Franck Thilliez, Atomka, en la que en un momento de la investigación el autor nos acerca a las inmediaciones de Chernobil. Sentí una extraña fascinación por todo aquel paraje desolado. Quizás es porque cuando sucedió todo era adolescente, tiro de mi imaginario y pienso que estuvimos en peligro y quiero saber más.
He estado buscando en la hemeroteca noticias que hablaran sobre el riesgo real que supuso para los que vivíamos en Cataluña, pues se dijo que la radiación había llegado a nuestra comunidad. Y ciertamente fue así, aunque en unos valores que no representaron ningún riesgo. Mi imaginario me decía que habíamos cerrado las aulas, pero no he encontrado nada al respecto. Una primera noticia del 8 de mayo de 1986 cuenta que hubo radiación, pero que no era peligrosa para los seres humanos. La siguiente del 24 de mayo de 1986, cuenta que los valores radiactivos siguieron bajando.
Entre líneas he visto que no fue en todos los países igual. Todo dependió de la distancia y los vientos, pues la catástrofe pudo acabar con Europa y parte de Asia casi sin darnos cuenta, una muerte invisible.

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