Gambito turco

Erast Fandorin ha sido definido como «el Sherlock Holmes de la Rusia zarista». No me parece justo, porque ambos son personajes muy distintos, aunque si se trata de un intento de elogiar al personaje de las novelas de Boris Akunin, hay que darlo por bueno.

El gambito turco (1998) es la continuación de la excepcional novela El ángel caído. Esta vez la acción transcurre en el año 1877, en Bulgaria, durante la guerra ruso-turca. Allí veremos cómo se desarrolla una interesante historia de intriga y espionaje con mucha acción y no pocas sorpresas.

A diferencia de la primera novela de la serie, ahora el personaje central es Varvara Suvorova, una joven rusa de alta cuna que viaja al frente para encontrarse con su novio. Todo lo que sucede lo vamos a ver a través de sus ojos. Fandorin, con sus rarezas, sus silencios y sus secretos, aparece envuelto en un aura de misterio que desde luego no tenía en El ángel caído.

Las conversaciones entre Varvara y Fandorin tienen un punto desabrido. Ella siente por él una curiosa mezcla de curiosidad, desprecio y fascinación. Por su parte, para Fandorin la presencia de Varia en un entorno tan hostil es irritante, pues de algún modo se ve obligado a hacerse cargo de una mujer a la que considera demasiado rebelde e inconsciente.

La trama gira en torno a un hecho histórico real (el asedio de Plevna) y en la presencia de un traidor en el cuartel ruso. Muchos de los protagonistas de la novela existieron en realidad. Esto es un plus: además de pasar un buen rato leyendo, el lector se encuentra también con una amena clase de historia.

Todo en conjunto nos trae una novela muy entretenida, con un buen ritmo narrativo y un nivel de intriga que se mantiene hasta el final. Muy interesante.

Hay varios aspectos que, en mi opinión, resultan muy atractivos en estos libros de aventuras que con tanto talento escribe Akunin. En primer lugar, la estética y el diseño de los capítulos, el modo de actuar de los personajes, que a veces se comportan como auténticos gentlemen y otras como canallas de la peor ralea. Todo un guiño a las novelas clásicas del género.

En segundo lugar, hay que destacar que El gambito turco nos aporta una mirada de mundo desde el punto de vista de los rusos. Los de aquella época, claro, pero que puede ser igualmente válido en estos tiempos que corren. Sirva de ejemplo el comentario de uno de los personajes, el general Mizinov:

«Europa no nos quiere, nos teme»


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