La costurera y el viento

“Hay cosas que parecen eternas, y sin embargo pasan. La muerte misma lo hace.”

Este es el primer libro que leo de César Aira y la verdad es que la experiencia no me ha resultado tan grata. Aunque se trata de un relato muy corto (apenas 100 hojas), me tomó mucho tiempo terminarlo y nunca logré conectar con la historia. Ahora bien, creo que esto tiene que ver más con mis preferencias como lectora porque este texto es, en mi opinión muy experimental y esto es algo que no disfruto mucho en los libros. A mí me gustan tramas claras, con estructura y con un hilo conductor lógico, porque si no, me desconcentro y pierdo el interés. Y, La Costurera y El Viento es justo lo contrario: es un experimento, con muchas libertades, con este planteamiento del escritor-narrador que escribe una historia al mismo tiempo que es protagonista y puede entrar y salir de su propio relato con facilidad. Sin duda, existen también muchas licencias –cambios de narradores, mezcla de escenas de la vida cotidiana con elementos fantásticos, entre otros– que no son malas en sí mismas, para mí no funcionan.

Al preguntarme de qué trata el libro, podría decir que es la historia de un narrador, que escribe sobre un momento de su infancia: el día que su amigo Omar desapareció literalmente frente a sus ojos, y la búsqueda que inician la madre y el padre del niño, que los lleva a los confines de la Patagonia, con choques de camiones, vuelos por los aires, casinos clandestinos, diálogos con el viento, y el nacimiento de un monstruo. Como mencioné, no sé si es que realmente no logro conectar con este tipo de literatura, pero al final sentí que quedaron muchísimos cabos sueltos, explicaciones que, en lo personal, yo sí necesitaba, y una incomprensión ante tantos elementos fantásticos presentes que al final no tienen (o no encontré) un vínculo claro con los primeros planteamientos. Por ejemplo, nunca se resuelve el misterio que inicia este libro, es decir, la desaparición de Omar. Y para mí hubiera sido fundamental saber qué pasó.

No obstante, vale la pena reconocer algo: la escritura de Aria es impecable y sumamente poética. Por ejemplo, los dos primeros capítulos tienen tremendas líneas que dan fe de la calidad de escritor ante el que estamos, y que se encuentran presentes a lo largo del texto. de hecho, estas partes en donde se abordan cuestiones más personales a manera de reflexión o ensayo literario me han parecido sumamente emotivas y me han conmovido mucho, porque me han hecho sentido:

“Uno puede llegar a creer que tiene otra vida, además de la suya, y lógicamente cree que la tiene en otro lado, esperándolo. Pero le bastaría hacer la prueba una sola vez para comprobar que no es así. Un solo viaje basta (yo hice dos). Hay una sola vida, y está en su lugar.”